El
cliente es un hombre mayor, con el pelo blanco, abundante y revuelto, lo que le
confiere cierto aire de científico que hubiera pasado cuarenta y ocho horas
seguidas en un laboratorio. Como sucede con tantos otros habituales, si no hay
mucho jaleo en el Loser y desde su rincón en el barra le
hace una señal al barman, éste ya sabe que no es sólo para que le ponga otra
cerveza (no toma nada más fuerte, ésa es la verdad).
-El
tiempo vuela, ¿no es cierto? -le dice al barman cuando le tiene justo a otro
lado-. Cada vez va todo más deprisa, y no es sólo una sensación, muchacho. Es
lo que es. Sí señor. Piénsalo bien: hace cuatro millones de años un
primate se pone en pie por primera vez, se endereza, otea los pastos que se
extienden más allá, se da cuenta de que puede utilizar libremente sus
extremidades superiores, y entre dos y tres millones de años más tarde crea
herramientas de piedra, una punta de flecha, un hacha de silex, y un millón de
años después enciende y apaga el fuego a su voluntad, es señor del fuego, lo
domina, y medio millón de años más tarde, el homo sapiens, nosotros, que
habíamos estado a punto de seguir el camino de la extinción, como el
Neanthertal, el homo sapiens, digo, aprovecha unas condiciones climáticas
insólitamente benéficas para establecerse y originar nada menos que la
agricultura, surgen las canalizaciones de agua y una forma racional de
sedentarismo, surgen civilizaciones sólidas, complejas, y un nuevo orden
social, el comercio, la moneda, la escritura alfabética, surgen imperios, se
sofistican las guerras, se amplían y ordenan y conceptúan las creencias, los
mitos; se van sucediendo las épocas históricas a través de grandes
transformaciones sociales, los períodos artísticos y literarios van
superponiéndose, de lo rupestre a lo jeroglífico, a lo monumental, a lo
astronómico; de lo robusto a lo suntuoso, a lo delicado, a lo espiritual, a lo
épico, a lo picaresco, a lo barroco, a lo filosófico, a lo arrebatado, y 9.700
años después de que surja la agricultura estalla la revolución industrial y
todo se acelera aún más, mucho más. Ahora sí que la historia aumenta su
velocidad, cada vez es menor el tiempo que transcurre entre un descubrimiento
tecnológico y su aplicación práctica. Se tardaron casi tres millones de años en
utilizar la primera herramienta, ya ves, pero se tardó tan solo ciento doce
años en aplicar los principios fundamentales de la fotografía, ochenta y cinco
los de la máquina de vapor, cincuenta y seis los del teléfono, quince los del
radar, cinco los del transistor, y los plazos que se refieren a las llamadas
tecnologías de la información y la comunicación ni te cuento, amigo. Ya lo creo
que va todo más rápido. Y más que va ir, muchacho. Acuérdate de lo que te digo. Porque, ¿sabes?, dicen que hacia 2050
o 2060 tendrá lugar un, en fin, un super-evento tecnológico: el invento y su
aplicación serán simultáneos, y un instante después la aplicación empezará ya a
anteceder al invento, o dicho de otro modo: el proceso se invertirá y el ser
humano empezará a jugar un papel secundario en él. Es a eso a lo que han
llamado la revolución de las máquinas. Sí señor.
Bebe
un sorbo de cerveza y se limpia gustosamente la espuma de los labios con el
dorso de la mano, como si el gesto formara parte inseparable del placer de
beber.
Imagen: McSorley's with Kate & Bartender. Harry McCormick.
5 comentarios:
De piedra, querido Juan, paleolítico perdido se queda uno. Y como diría Humberto Ak 'abal: "No es que las piedras son mudas, solo guardan silencio". Así es mi silencio admirativo.
Un abrazo y feliz verano
Es una sensación curiosa esa de que la historia avanza a diferente velocidad. Desde la esquina de ciertasd barras se observa el maquiavelico transcurrir con especial cuidado. Es un lugar privilegiado para comprobar que el primate sigue cometiendo sus fechorías, y que en el baile, el paso en ocasiones es de cangrejo.
Estaremos atentos, bueno el que lo vea, al acontecimiento tecnológico. Nos lo contará el loser desde su posición privilegiada....
Vuelvo, porque me he acordado de esta columna del maestro Vicent leyendo tu artículo:
http://elpais.com/diario/2009/10/18/ultima/1255816801_850215.html
Revolución de las máquinas. Es increíble la velocidad de las cosas (por hacer honor a un título de Rodrigo Fresán). Todavía no sé bien adónde corremos, pero allá vamos. ¿Frenaremos en algún momento?
Abrazo
La gran distorsión entre lo inventado y lo por inventar es esa especie de pasmo general a que nos obligan las nuevas tecnologías.
Incluído cuando, conscientes de nuestra escasa nula creatividad, afirmamos el 'ya está todo inventado'
No sé si habrá lista de espera para otra hipotética revolución asumible.
(he llegado a este blog por vía indirecta gracias a Miguel Cobo
Saludos abrazo
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