porque perder es la forma más sigilosa
de ser justos.
JOSÉ LUIS MARTÍNEZ CLARES
Tras una larga
espera llegó al fin al Loser el último libro de poemas de José Luis Martínez
Clares, Lo que mirarán tus ojos. La
obra ganó hace un año el VIII Premio de Poesía Federico Muelas, pero mi
impaciencia de lector no tenía tanto que ver con la cada vez mayor lejanía del
acertado fallo del jurado como con la apetencia de más versos suyos, después de
lo mucho que me gustaron sus dos libros anteriores, Palabras efímeras y Vísperas
de casi nada (el segundo premiado también, con el VII Premio Águila de
Poesía, convocado por el Ayuntamiento de Aguilar de Campoo, lo que viene sumar
la conexión palentina al gozo poético y a la alegría del amigo).
Ahora digamos que
imaginariamente salgo del ámbito de la barra y busco una ubicación apartada
entre las mesas del Loser para leerlo despacio, por segunda vez. Para escribir
el prólogo hubo una primera, en folios impresos, hace unos meses. Y sin embargo
la apetencia sigue siendo la misma, o de otra naturaleza, no menos intensa, en
cualquier caso, porque soy de los que aún piensan que el hábitat natural de la
literatura, en prosa o verso, y a falta de juglar o cuentacuentos, es el libro
de papel.
Un productor de
aquel Hollywood de los años treinta al que Francis Scott Fitzgerald vendió su
talento dice en la novela Los
desengañados, de Budd Schulberg, refiriéndose al cine: “nuestro medio
empieza donde abandonan las demás artes”. No conocía aquel tipo la
perseverancia de la poesía, arte de la palabra, hija del ritmo y del cromatismo
y del minucioso cincel de la precisión expresiva. En el libro de José Luis
Martínez Clares el cine, el buen cine, es materia poética, punto de partida más
que de llegada, aire en los pulmones del verso, iluminación.
Me siento vinculado
a este libro al menos por partida triple (sin contar la pasión por el cine ni
otras complicidades con el autor): a través de un poema, del prólogo que
escribí con la humildad de todo narrador que acepta ser quien acomode en sus
butacas a los lectores de un libro de poesía y de la presentación en la que
acompañaré al poeta el próximo día 3 de marzo. El poema se llama “Carambola”, a
la presentación están todos invitados (Librería Metáfora, Roquetas de Mar, ocho
de la tarde) y del prólogo dejo aquí un fragmento:
Fundido a verso
No es frecuente, pero hay ocasiones en que la escena de una película
desliza en la conciencia del espectador un pulso poético, repentinamente y como
al descuido, la intuición brevísima de haber sido aludido, una corazonada que a
veces se queda como aparte de todo lo demás que la película aviva y a veces,
por el contrario, va destejiendo casi sin querer la prosa cinematográfica y
enredándose ya en la tentativa de un poema, el que será más tarde palabra a
palabra, el que quizá esperaba agazapado desde otra película y otra intuición
anterior que solo ahora adquiere pleno sentido. Hablo de quien, como es el caso
de José Luis Martínez Clares, interpreta ese destello de poesía que ilumina
apenas unos fotogramas como aviso de un verso propio, y así imagino yo que el
poeta fue componiendo esta obra que el lector tiene en sus manos, pensando en
quien un día habrá de mirar con sus ojos de mañana aquello que antes de su
primer aliento fue ya una determinada forma de experimentar el cine y también
la vida, que, como dice cierto personaje inventado por el guionista y director
José Luis Garci, es una cosa mucho más peligrosa.
No se trata de que en el discurrir narrativo de una película el poeta
advierta la identidad rítmica de un octosílabo, ni que ese latido poético sea
capaz de irrigar por sí solo la imagen y el sonido de un poema completo. Las
más de las veces tiene que ver sobre todo con la capacidad de despertar un
recuerdo que no necesariamente ha de pertenecer al pasado. Y el resultado será
o no un poema en el que claramente se reconozca la película que nutrió sus
versos, un poema en el que habitan esas sábanas recién usadas entre las que se
acuesta tarde el solitario inquilino de un apartamento neoyorkino o el espejo
roto en el que la mujer a la que ama se ve tal y como se siente, la
omnipresencia crepuscular de los pequeños dioses licenciosos, el hombre que
certificó su derrota en la muerte de Liberty Valance, las visitas al tocador
con las que una chica casi decente puede pagarse un desayuno frente al
escaparate de Tiffany’s, un chapoteo sensual en la Fontana de Trevi, el puente
desde cuyo pretil sería fácil huir hacia la muerte si no fuera porque es tan
bello vivir (…)
Con José Luis Martínez Clares, 2014 |
5 comentarios:
Acabas de convertir un gran día en un día perfecto. Nos vemos el viernes. Gracias, amigo, y un abrazo.
He leído algunos poemas de Lo que mirarán tus ojos, pero estas líneas consiguen que estos ojos míos quieran leerlo todo.
Enhorabuena por el prólogo, Juan, se advierte de altura.
José Luis es una de esas personas que me gustaría conocerla en persona. Su palabras efímeras no son tan efímeras como parecen, lo que ocurre es que él es un poeta y como todo buen poeta sabe que las palabras bien dichas nunca se las lleva el viento, o mejor dicho, son el mismo viento.
Un abrazo para los dos.
Tengo que hacerme con él yaaaaaaaa....no añado más....un abrazo a ambos
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