sábado, 30 de abril de 2011

El espía, de Justo Navarro


El crítico Ricardo Senabre definió a Justo Navarro como “autor para paladares delicados”, y con ello venía a señalar que la suya es una prosa “cuidada, precisa, de gran sobriedad, culta”, carente, añado yo, de copiosas salsas de retórica que disimulen el sabor primordial de la historia que narra o pretendan intensificarlo más allá de lo que la propia historia necesita. Estos rasgos de estilo, por cierto, son extensibles a su obra como poeta y como traductor. Esta primera semana de mayo llega a las librerías su nueva novela, El espía, y sus lectores habituales nos preguntamos ya qué pieza añadirá a ese universo literario propio que va completando libro a libro.

Justo Navarro es uno de esos raros ejemplos de escritor que hoy en día no busca su inspiración en la lista de los diez libros de ficción más vendidos. Lo suyo es ir introduciendo variantes enriquecedoras en la indagación constante y atenta a la que somete las relaciones humanas, preferentemente en el ámbito familiar, donde el presente suele ser consecuencia del pasado. Parte de su técnica narrativa consiste en favorecer la intromisión en la intimidad de sus personajes, describiendo una sucesión de gestos cotidianos -ese tipo de pequeños actos que realizamos de manera rutinaria cuando estamos solos- entre los que va insertando otros gestos más intrigantes –que también solemos hacer cuando nadie nos ve, pero que son mucho menos rutinarios y nos representan con la fidelidad secreta de los espejos en cuyo interior nos desnudamos-.

En sus novelas encontramos con frecuencia que la acción se desarrolla en un espacio que parece estar siendo físicamente desmontado (una casa rodeada de obras de construcción, un hotel que va a ser demolido, un consulado diplomático sometido a una rápida mudanza), y donde la conciencia de la muerte hilvana los conflictos que el argumento deja al descubierto: “¿No debería la gente saber cuál es su cumpleaños final? No digo que lo sepa desde siempre: lo podría saber en el momento de apagar las velas de la tarta” (Hermana muerte, 1989). “Te crees que todo va bien y te estás muriendo sin darte cuenta” (Accidentes íntimos, 1990). “El primer dolor es por el dolor que sabes que no te abandonará nunca, el dolor de no poder estar ya, ahora mismo, en otro tiempo sin dolor: como el dolor al recibir el anuncio de una enfermedad mortal y dolorosísima que está todavía en la primera fase” (El alma del controlador aéreo, 2000).

En El espía, y de acuerdo con la sinopsis que la editorial Anagrama ha difundido, Justo Navarro parece abordar abiertamente la novela de género, y sus lectores, ya he dicho, nos preguntamos de qué manera habrá adaptado la trama a su particular mundo narrativo. La respuesta, el 5 de mayo. 
 “Italia, Segunda Guerra Mundial: el poeta americano Ezra Pound participa desde Radio Roma en la batalla de propaganda contra los aliados y contra los judíos. Pero el fervor nazifascista de Pound a través de las ondas despierta las sospechas de los servicios de contraespionaje italianos. La radio, “cajón del diablo”, era ya una máquina de arenga, adoctrinamiento y movilización de masas, artefacto bélico y arma de espías. ¿Transmiten los programas radiofónicos de Pound mensajes cifrados al enemigo? ¿Fue el genio de la literatura un agente doble o una simple y patética figura criminal? O quizá la realidad sea doble y ambigua, «una desolación de espejos», como decía el poeta Eliot, amigo de Pound, y repetía otro personaje de esta historia, el futuro genio de la CIA James J. Angleton, para referirse al universo del espionaje. Esta es la historia que el autor de novelas de misterio Carlo Trenti le cuenta por escrito a su amigo y traductor J. N., residente por casualidad en Pisa durante los mismos meses en que lo fue Pound, pero más de sesenta años después. Allí, prisionero en un campo penitenciario para soldados de los Estados Unidos, Ezra Pound esperaba juicio, acusado de alta traición.”

9 comentarios:

Marcos Callau dijo...

Una reseña muy bien hecha, muy concienzuda amigo Juan. Me dan ganas de leerlo ahora mismo y apunto la recomendación. Abrazos.

J dijo...

No he leído esta novela, pero tanto El doble del doble como El alma del controlador aéreo me parecen dos de excelentes novelas y Justo Navarro uno de los buenos escritores de estos últimos años.

Excelente reseña. Un saludo, buen domingo

Juan Herrezuelo dijo...

Marcos, Javier: Justo Navarro es de los serios. "Hermana muerte" es una gran novela, con un primer capítulo que parte el alma. Como traductor es responsable nada menos que de los relatos de Scott Fitzgerald que publicó Alfaguara en dos gruesos tomos. Sin duda un escritor al que seguir.

Miguel Sanfeliu dijo...

Desde luego que despiertas el interés por este nuevo libro al que estaré atento.
Justo Navarro es un autor a seguir. Un saludo.

Marisa dijo...

Si Ricardo Senabre definió a Justo Navarro como un autor para paladares delicados, no hay que perder de vista esta sugerente afirmación. Tuve la suerte de tener a Senabre como profesor de "Crítica Literaria" durante mis años universitarios, y con él aprendí a mirar los rincones ocultos de la Literatura, a valorar las lecturas profundas de los textos en detrimento de las superficiales. Un gran profesor, sin duda.

La novela que presentas es muy atractiva. Ya nos adviertes que el "leiv motiv" de sus anteriores novelas es la conciencia de la muerte metaforizada en edificios demolidos, en construcción o cambio. Habrá que esperar a ver si sigue esa continuidad de este elemento recurrente en esta novela.
Me ha gustado la presentación que has hecho de ella. Gracias, Juan.

Un abrazo.

Juan Herrezuelo dijo...

Miguel: Justo Navarro es una narrador de una honradez creativa admirable, que carga sus textos de una tensión interlineal que te obliga a leer muy atentamente sus textos.

Marisa: pocas cosas envidio tanto como la suerte de haber contado en la universidad con profesores que tuvieran realmente peso en aquella matería que impartían. No digo más. De Justo releí hace muy poco "Accidentes íntimos", que la tenía muy lejana: con qué cantidad de pequeños detalles va construyendo la historia... Es lo que tiene ser también un gran poeta.

Un abrazo para los dos.

Clarice Baricco dijo...

Es un placer conocer tu casa. Interesantes tus aportaciones y me dejas tarea con los libros que reseñas.
Pero sobre todo, muchas felicidades por tu libro. Espero que llegue pronto por acá.
También te agradezco cada palabra que has dejado en mi casa. Ha sido muy valioso para mí tu respirar en mis letras.
Abrazos.
Graciela

Juan Herrezuelo dijo...

Graciela: Bienvenida a este rincón que aún huele a madera recién cortada, a barniz y pintura, y muchas gracias por tus palabras. Es un placer leerte, sentir tan cerca lo que tú sientes tan lejos. Un fuerte abrazo.

HLO dijo...

El miércoles 18 estará en Málaga Justo Navarro. A ver qué tal.

Saludos (y calamares fritos y croquetas).