viernes, 16 de septiembre de 2011

La Tertulia de la Calle Suipacha: los juegos



Suipacha 425, Buenos Aires, Argentina, esquina con Almería, España


Desde el principio gustamos de someternos a excitantes desafíos literarios, retos o pactos que tenían mucho de juego de creación pero que sobre todo suponían un pulso con nosotros mismos. Las más de las veces se trataba de que cada cual debía escribir un relato a partir de ciertos elementos comunes. El acuerdo podía incluir un mismo título, “La agonía del crepúsculo”, pongamos por caso; una misma frase inicial, por ejemplo ésta: “Todas las despedidas se ocultan en la noche”; y la obligación de que una determinada escena, digamos una rueda de prensa en una cafetería, jugara un papel destacado en la trama: así exactamente nació el primero de muchos, el que por eso mismo hoy tiene un significado especial. Y surgieron después, en otros juegos similares, túneles imaginarios para acceder a los sótanos de una librería y dar el verdadero golpe del siglo, y venganzas no cumplidas para sorpresa del autor que hubiera debido llevarlas hasta el final, y también sueños deshabitados, que fue otro título común acompañando a la idea de que una carta debía ser detonante de algo (así lo recuerdo, al menos), o personajes que en el texto de uno de nosotros debían entrar en un pub para salir de allí en el de otro.

En marzo del año pasado, el camarada poeta reapareció en nuestras vidas en forma de e-mail (“Ante todo, gracias a San Internet por los dones recibidos, ya que ha hecho posible que mi búsqueda me lleve a buen puerto.”). Muy poco antes, Francisco Ortiz y yo habíamos vuelto a establecer contacto gracias a la presentación en Almería de su novela Última noche en Granada. Casi sin darnos cuenta, todo volvió a empezar, aunque esta vez fundamentalmente a través del teléfono y el correo electrónico –vivimos en tres ciudades distintas-, y apenas tres meses más tarde, en junio, José Luis Campos nos escribió las palabras mágicas: “… Creo que deberíamos intentar repetir algo que ya hicimos una vez, y la música debería ser una persuasiva cómplice en tamaña empresa. Os propongo escribir un relato con esta banda sonora…”.

El nuevo reto o juego: un cuento a cuatro manos (muy pronto empezamos a llamarle quadrofénico) en el que, además de José Luis, Paco y yo, participaría Edgar Campos, a quien vagamente recordaba haber llevado sobre mis hombros hacía muchos años y hoy es una luz nueva en la imperecedera pasión por las letras. La banda sonora propuesta: estas cuatro exquisitas piezas, en las cuales debíamos buscar, según un orden establecido, inspiración:

Primer capítulo, Wide Asleep, de Michael Manring (“para Paco, con la siempre difícil tarea de marcar el camino”).

Segundo capítulo, Atlantique Nord, de Yann Tiersen, para Edgar.

Tercer capítulo Bolerish, de Ryuichi Sakamoto, para el propio José Luis.

Y, por último, “para santificar nuestros pecados”, Aerial Boundaries, de Michael Hedges, para Juan.

Abro aquí la trampilla del pasadizo que conduce al resultado de aquel nuevo y tan reciente aún –aunque cada vez menos- desafío:    “Opus 4”.


Y aquí mismo, dos de los temas...

Atlantique Nord (segundo capítulo)

Aerial Boundaries (cuarto capítulo)


P. D.: Nada me gustaría más que reunirnos todos alguna vez. Quienes vivimos en la misma ciudad nos encontramos de vez en cuando, y es siempre el mismo afecto. Por cierto: hasta donde yo sé, ninguno de nosotros ha estado jamás en la calle Suipacha ni en ninguna otra de Buenos Aires, aunque no es infrecuente que sintamos ascender por la garganta, como sal de frutas, no un conejito pero sí un cuento: "no es razón para no vivir en cualquier casa, no es razón para que uno tenga que avergonzarse y estar aislado y andar callando..." (Carta a una señorita en París, de J. Cortázar).

25 comentarios:

Carlos Espinar dijo...

Este juego que comentas me recuerda a otro que propuso un tal Julio en uno de sus libros de relatos, el 2º, y que tituló:"Amigos", y que empieza así:
"En ese juego todo tenía que andar rápido. Cuando el Número Uno decidió que había que liquidar a Romero y que el Número Tres se encargaría del trabajo, Beltrán recibió la información pocos minutos más tarde. Tranquilo pero sin perder un instante, salió del café de Corrientes y Libertad y se metió en un taxi. Mientras se bañaba en su departamento, escuchando el noticioso, se acordó de que había visto por última vez a Romero en San Isidro, un día de mala suerte en las carreras."
Me hace gracia que así, símplemente leyéndote, que ya no viéndote con la misma asiduidad de antes, me vuelve la vena esa que creía perdida, la ansia de buscar, de leer, descubrir. Volverme a ilusionar con las letras, con las palabras, con la magia. Gracias Juan por compartir con nosotros éste legado de tu album de fotos, ésta pequeña fotografía donde nos reconocemos los que tuvimos la suerte de aparecer entre bambalinas. Un saludo a tí y a todos los que mencionas, que también están ahí...

José Luis Martínez Clares dijo...

La mera forma de construir el relato es ya un hecho literario. Podría ser un estupendo argumento para un libro que contara la historia de un libro que construyen cuatro personas desde lugares diferentes e impulsados por diversas inquietudes. Una pluma que sujetan cuatro manos. Abrazos, Juan.

Juan Herrezuelo dijo...

CARLOS: revisitaré ese "Amigos" del maestro, porque es cierto que trae el sabor del reto entre varios. Cuánto me alegra que este intercambio de recuerdos esté despertando de nuevo tu ansia de leer, que vuelva a ilusionarte con las letras. Quién nos iba a decir que estaríamos hablando hoy de todo aquello. Un abrazo.

Juan Herrezuelo dijo...

JOSÉ LUIS: esta misma tarde he estado hablando con un buen amigo de plantear un reto creativo a gran escala, algo que suena algo parecido a esto que comentas. Quién sabe lo que saldrá y hasta dónde llegaremos. Un abrazo, amigo.

Miguel Cobo dijo...

Un lector no avisado puede pensar en pasadizos lóbregos, galerías secretas que conducen a sótanos húmedos y tenebrosos, donde el alma destila su melancolía(cosa que tampoco está nada mal; podríamos encontrar a Poe en el trayecto). Los que ya nos habíamos perdido antes por los del Loser sabíamos de antemano que al final del túnel siempre está la luz. Una luz que ilumina el asombro, que deslumbra el prodigio. El faro de la creatividad, los focos de la inteligencia, el fuego del talento. Esta es la llama germinal, la boca de la literatura (que diría Manuel Rivas).¡Qué maravilla, Juan!, ¡qué maravilla!
Lo podría decir mejor, si supiera escribir como vosotros.

El Doctor dijo...

La literatura como juego.La literatura como unión de los contrarios.La banda sonora de nuestra vida convertida en literatura.En resumidas cuentas;la literatura que engrandece la vida.
Un fuerte abrazo.

Myra dijo...

Hola, Juan. Me deslicé por esa trampilla del Loser y, a medida que iba leyendo cada línea de ese "Opus 4", iba imaginando cada escena. Mi admiración por ese cuento escrito a cuatro manos y con banda sonora. Lo encuentro de un valor enorme. Mi enhorabuena por tanta creatividad, por tanta originalidad.

Un beso

Marcos Callau dijo...

Hola Juan. Yla es un relato la manera de costruir otro relato. Me entusiasman vuestros juegos literarios y es muy acertado que nos los des a conocer. Saludos!

Beatriz dijo...

En mi último viaje a Argentina, estuve en el Almacén y restaurante Suipacha, que es como le llaman hoy, (antes Confitería Suipacha)lugar de encuentro de los intelectuales y artistas de un época tan especial.
Y hoy me deleito asistiendo a una Tertulia De la Calle Suipacha en donde cuatro manos y mucho talento me permiten disfrutar de una buenísima manera de hacer literatura.

Os felicito, hermoso trabajo vuestro quadrofénico.

Marisa dijo...

Vengo de leer y comentar "Opus 4". Excelente, Juan.
El "relato colectivo" es una técnica que es muy compleja si somos exigentes en los resultados; y en el caso de "Opus 4" es un magnífico ejemplo de como cuatro estilos diferentes pueden fusionarse en uno solo como espléndidas piezas de puzzle, sin que la trama sufra, más bien lo contrario, cada intervención hace crecer a la anterior.
Relato negro, lleno de lirismo, justa acción y magnífica solidez narrativa.

Mi sincera enhorabuena a los cuatro.
Un fuerte abrazo.

abril en paris dijo...

El aire que respiramos el que respirais los poetas y escritores las vidas que vivimos através de vosotros nacen de esa tertulias constuidas con vuestras ganas de atravesar esos túneles imaginarios hacia un bosque de libros y de sueños.
Muchas gracias por la música y esa amistad compartida.

Un beso no imaginario :-)

Juan Herrezuelo dijo...

MIGUEL COBO: Podríamos encontrar, sí, un pozo, un péndulo, un gato emparedado... Ay, el divino Poe, el torturado Poe. De tus palabras, qué puedo decirte, en mi nombre y en el de mis compañeros de juego. Siento que “gracias” se queda muy pequeño, incluso multiplicado por cuatro. Eso sí, afirmar, sin la mera intención de devolver cortésmente un cumplido, que Miguel Cobo, mi amigo Miguel Cobo, es, desde luego, un excelente escritor, de ahí que navegar tu Riografía sea una cita ineludible. Un fuerte abrazo.

Juan Herrezuelo dijo...

FRANCISCO MACHUCA: Es que la literatura tiene mucho de juego, pues uno de sus fundamentos es la imaginación, y ése es territorio primordial de la infancia. ¿No está jugando Onetti cuando inventa un personaje para que sea él quien invente una ciudad donde acaso estén ahora los dos? ¿No jugaba Italo Calvino cuando convirtió a cualquier lector de “Si una noche de invierno un viajero” en el protagonista y lo condujo a través de una sucesión de novelas interrumpidas...?
Un fuerte abrazo, amigo.

Juan Herrezuelo dijo...

MYRA: Imagino que muchos de los que pasasn por aquí lo leyeron en su momento en esa otra bitácora hermana, pero me alegra habértelo descubierto a ti y que te haya gustado. Lo pasamos realmente bien haciéndolo. Por ejemplo, yo intenté que la lectura de mi parte durase exactamente los minutos y segundos que dura el tema musical.
Un beso.

Juan Herrezuelo dijo...

MARCOS: efectivamente, amigo, he tratado de contarlo como si tuviera algo de relato que contuviera otro relato dentro que a su vez contuviera el texto que el personaje escribe en un cuaderno, como una sucesión de muñecas rusas. Me alegro que te haya gustado. Por cierto, no he puesto los otros dos temas musicales para no agobiar la entrada, pero son estupendos también. Un abrazo.

Juan Herrezuelo dijo...

BEATRIZ: ¡Qué estupendo lo que cuentas! Que alguien a quien ya estimo tanto me diga que ha estado en un lugar cuya existencia desconocía antes de hallar el rótulo con el que ilustrar la entrada, y que resulte que el lugar es o fue una especie de Café Gijón a la bonaerense... Qué sorpresas produce todo esto, la verdad. Ya verás cuando lean tu comentario el resto... Un gran abrazo.

Juan Herrezuelo dijo...

MARISA: Me gusta mucho la imagen del puzzle que utilizas, un puzzle en 3D, pues el segundo capítulo no buscaría encajar con el anterior en el mismo plano, sino perpendicularmente, y así el otro, y el otro. Cuánto me atrae tu análisis. Te trasmito no sólo mi gratitud sino la de mis compañeros de juego. Un beso.

Juan Herrezuelo dijo...

ABRIL: gracias inmensas a ti, amiga, por haber aceptado el juego, haber recorrido conmigo el pasadizo hasta el otro lado, haber descendido las líneas del relato como quien busca eso mismo: ahondar en un sueño. El escritor es solo una parte de ese todo que forma con el lector, como el pintor no está completo hasta que otros ojos se deslizan por su obra, ¿no crees? Un beso al óleo.

V dijo...

Pues mi más sincera enhorabuena por una iniciativa tan ambiciosa como a mi entender compleja. Los resultados son sencillamente jugosos, y la banda sonora elejida muy apropiada. Que no decaiga.Un saludo.

Juan Herrezuelo dijo...

V: Gracias. No queremos que decaiga, y estamos reconstruyendo estaciones y calles. Un saludo.

Diana H. dijo...

Sí, recuerdo bien aquel post en el blog de Francisco Ortiz. No lo puedo olvidar, porque además de disfrutar de sus excelentes textos, me acercó a esas bandas sonoras que no conocía y algunas me acompañan desde entonces. A mí me queda geográficamente más cerca la calle Suipacha que a la mayoría de la gente que aparezca por aquí, pero como vivo en el interior de Argentina y soy poco asidua a la gran ciudad (para mucha gente del interior Buenos Aires siempre ha sido una especie de mundo aparte), también la ubico en algún lugar de la imaginación.
Un beso.

Juan Herrezuelo dijo...

LUZDEANA: Sí, aquella debió de ser la primera vez que supe de ti, pues aunque estaba muy alejado de las bitácoras leímos el texto y los comentarios. Tengo la fortuna de que ahora también nos visitamos mutuamente. Puesto que ubicas la calle Suipacha en algún lugar de la imaginación, he de concluir que somos vecinos, tú en Argentina y yo en España. Un beso.

Mario Salazar dijo...

Muy bien con el relato en conjunto, ha sido una buena conjunción de los cuatro, y que parta de una idea como juego habla muy bien de su creatividad, es en el ejercicio de la literatura donde nos hacemos libres, el arte embellece nuestras vidas, refracta nuestras emociones. Un agradable relato criminal. Y si gustas te invito a visitar mi espacio dedicado al arte en general con énfasis en el cine. Un abrazo.

Mario.

Juan Herrezuelo dijo...

Me gusta esa idea de que la literatura nos hará libres, porque traída por los vientos de la imaginación está, no obstante, cuajada de verdad. Un saludo

Smareis dijo...

Passei pra uma visita, e gostei muito do relato de seu post. Gostei muito dos vídeo.Gostei muito do seu blog, e ja estou seguindo. Convido a conhecer meu blog e seguir-me se gostares. Um abraço!
Smareis