Reunir en un libro los nueve relatos de que se compone Pasadizos les ha dotado de existencia, o, por seguir un poco el hilo argumental del primero de ellos, les ha concedido del don de la visibilidad. No importa que la mayoría ya hubiera visto la luz en algún periódico: es ahora, uno detrás de otro entre las páginas de un libro, cuando se alían en una voluntad común de sorprender al lector, de jugar con él, de cautivar su atención. Son cuentos con distinta temática, distinto enfoque narrativo y variada extensión, están escritos a lo largo de más de una década y bajo muy diferentes estados de ánimo, y a pesar de todo eso adquirieron una curiosa sugestión de unidad cuando logré armar el puzle de su orden en el libro. Quiero creer que esto se debe a que cada uno de ellos se concibió como un juego literario con el lector, y, más allá de la mera cronología, cada juego contenía por sí solo la secreta posibilidad de burlar las reglas de alguno de los otros.
Cuando decidí este título para el libro, Pasadizos, no pensé en lo mucho que remite al título de mi primer libro de relatos, Desde el lugar donde me oculto (1991). Pensé, sí, que el cuento del que proviene el título enlazaba ambos libros, pero mi idea era que se trataba más de un puente entre ambos. Ese cuento, “Los pasadizos de la ficción”, fue escrito para aquel primer libro. Hablo de veinte años atrás. Yo estaba a punto de cumplir un sueño, era muy joven y por primera vez escribía sabiendo que aquello iba a ser publicado. El resultado fue un cuento mal escrito, en el que más que contar una historia importaba la forma en que se hiciera. Renuncié a publicarlo y lo guardé en una carpeta. Todos estos años ha estado, de alguna manera, reclamándome para ser escrito de nuevo. Lo hice hace algo más de un año. Lo despojé de la prosa y lo dejé en la pura estructura, cambié el nombre de los personajes y empecé desde la primera palabra, dejándome llevar, igual que si estuviera contándomelo a mí mismo, hasta descubrir finalmente el sentido de esos pasadizos. De ahí la idea de puente entre una colección de relatos y otra, puente que atravesaron los cuentos que he escrito desde entonces para llegar a este libro.
Sin embargo, fue después, mientras pensaba en la forma en que podría presentar el libro en sociedad, cuando me di cuenta de la relación semántica entre “los lugares donde ocultarse” y los “pasadizos”, y de que, por tanto, la vinculación entre aquellos doce relatos y estos nueve estaba, más que en algo tan visible como un puente, en el doble fondo, en la trampilla disimulada, en las escaleras estrechas, las galerías que no se sabe a dónde conducen pero que de alguna forma comunican todos los libros. Son, en fin, cuentos que bordean el territorio del realismo mágico o caen plenamente dentro de él; es decir, introducen una anomalía en lo cotidiano, o la sugieren, o poseen una determinada atmósfera que permite imaginar que lo cotidiano contiene ya de por sí el germen de lo anómalo.
Puesto que he escrito novelas y he escrito cuentos, a menudo me han preguntado, como a tantos otros, por la diferencia entre estos dos géneros. La idea con la que estoy más de acuerdo es que en el relato breve todo el peso recae en la historia misma, en tanto que en la novela lo esencial es desarrollar el carácter de los personajes, de quienes dependerá en buena parte el verdadero interés de lo que se está narrando. De ahí el despojamiento de cualquier elemento accesorio que debe tener todo buen cuento. En palabras de Julio Cortázar, el cuento contemporáneo “se propone como una máquina infalible destinada a cumplir su misión narrativa con la máxima economía de medios”; el cuento es, añade, “una implacable carrera contra el reloj”, y la imagen del reloj sirve por igual para explicar la angustia de una cuenta atrás que comienza en el primer párrafo y también el alto grado de precisión interna que el mecanismo de un relato ha de tener para ser eficaz. Cortázar se refería también al cuento, el cuento fantástico, especificaba, diciendo que “te cae encima”, que es necesario librarse de un cuento así como quien se quita una alimaña de encima, que se empieza a escribirlos ignorando el desenlace, que son criaturas vivientes, organismos completos, ciclos cerrados, y respiran.
Sin duda habrá quienes encuentren la descripción que hace Cortázar excesivamente literaria, pero lo cierto es que la mayor parte de mis relatos surgieron de una manera muy parecida a ésa. El detonante puede ser un hecho trivial, pero un cierto tipo de imaginación no necesita demasiados elementos para desatarse y actuar por su cuenta…
El pasado 24 de marzo se presentó el libro formalmente: por la mañana, en la Universidad de Almería, de la mano de un escritor al que admiro mucho, Justo Navarro (en la foto junto al decano de Humanidades, Manuel López, en el centro, y al que esto escribe, allá al fondo); por la tarde, entre amigos y con otro buen escritor, Francisco Ortiz, llegándome al corazón como sólo él sabe hacerlo.
Foto: Gabinete de comunicación de la UAL
10 comentarios:
Las líneas que unen los relatos son muy interesantes, y en ellas hay algo de misterio y de verdad que es bueno saber. Se agradece que lo cuentes.
Interesantes reflexiones sobre los mecanismos de la escritura y el modo a menudo misterioso en que se produce y se organiza. Me ha gustado la cita de Cortázar, eso de que el cuento tienes que "quitártelo de encima", es muy cierto.
Y vaya lujo estar acompañado de Justo Navarro, un excelente escritor.
Un saludo.
Esas líneas de las que hablas, Paco, son los pasadizos.
Justo Navarro, Miguel, es sin duda uno de los escritores más interesantes de su generación. He releído estos días "Hermana muerte", 20 años después, y me he encontrado con una obra prodigiosa, tensa, inquietante, muy bien escrita y muy profundamente sentida.
Llego por primera vez a su blog y reconozco a sus comentaristas amigos míos también,y,ya estoy buscando su libro.
Un cordial saludo.
Es la primera vez que visito tu blog y realmente quedo encantado. Enhorabuena por esta presentación. Ahora me pondré a buscar el libro.
Bienvenidos a este espacio que va tomando forma con la ayuda de un amigo común, quien a su vez me está descubriendo vuestros espacios, ya veteranos, ya de largo aliento, en los que poco a poco voy poniéndome al día.
Sinceramente no se la diferencia que pueda existir entre una novela y un relato salvo en la formas. Hay relatos ¿quizá los tuyos? que en su fondo lo tienen todo.
Veo que tu casa se está llenando de amigos muy apreciados. Me alegra.
Gracias por volver por aquí, Alma. Yo creo que un cuento se escribe casi al dictado y siguiendo un único camino –aunque tantas veces el punto de llegada represente una sorpresa para quien lo escribe-; la novela te tienta constantemente con bifurcaciones, con encrucijadas. Quizá una de las diferencias entre uno y otra esté en el número y la naturaleza de las decisiones que te ves obligado a tomar para seguir adelante.
Abro ésta ventana y desearia abrir tus libros y conocer tu obra.
¡ Gracias por pasar por mi 'apartamento' virtual ahora seremos vecinos y sin embargo ¿amigos? eso con el tiempo..através de la obra de un autor a mi me pasa.
Un saludo :-)
Tienes un bellísimo "apartamento" parisino, Abril. Me dicen quienes llevan tiempo en esta aventura que sí, que se tejen amistades. En cualquier caso, te adelanto desde ya mi admiración por tu trabajo.
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