sábado, 1 de junio de 2013

Escribir o no escribir sobre Gatsby...

Resulta extraño que aún haya quien se sorprenda de que una película basada en una gran novela quede por debajo de su referente literario. Estoy dispuesto a aceptar que esto siga sucediéndoles a personas jóvenes, pues fue también pecado de mi juventud ilusionarme con la mera noticia de que estuviera rodándose una película basada en un libro que me había gustado mucho; pero qué diablos, he crecido, me he curtido en decenas de decepciones y hace mucho que comprendí que la mejor versión cinematográfica de un libro es la que forja la imaginación de cada cual mientras recorre sus páginas. 

Mientras busco mi localidad en la sala no espero, pues, gran cosa de esta película (que además ha sido vapuleada por una parte de la crítica), salvo que, bueno, quién sabe, en fin, el tráiler permite albergar una vaga, casi inconfesable esperanza. Está, eso sí, la banda sonora, que he escuchado ya; al menos los primeros minutos: no necesité más para horrorizarme: ¿Cómo es posible que para contar una historia que es el máximo paradigma literario de una época a la que un estilo musical le puso nombre, la Era del Jazz, se haya utilizado una música tan estridentemente anacrónica? ¿Qué mayor prueba de las alteraciones, manipulaciones, felonías que la película ha de contener?

De modo que me siento en la butaca como quien se acomoda en el interior de ciertas atracciones propias de parque temático –por ejemplo el de la Warner-, esperando un viaje vertiginoso a través de un puro exceso visual y sonoro. Pero he aquí que a medida que va transcurriendo la película voy sintiéndome más y más cercano a ella. Y me doy cuenta de que, una vez más, me he quedado a contracorriente. Y ahora qué: resulta que me ha gustado este nuevo Gatsby. ¿Lo cuento? No me ha entusiasmado, no voy decorar mi habitación con fotografías de la película, no voy a ir a verla una y otra vez como Eva Harrington iba a ver las obras de Margo Channing, pero allí sentado he tenido la intensa sensación de que aquellas imágenes destilaban verdadera admiración por el libro, y de que el propio Scott Fitzgerald también lo habría percibido así, a pesar de que se haya escrito tanto en un sentido radicalmente opuesto a esta opinión. Y sí, está esa música, que no me gusta, pero que no inunda toda la película y que posee un sentido que va más allá del estrictamente sonoro: esos fiestorros desmesurados en la mansión de Gatsby son a un tiempo puro años veinte y contemporáneos a nosotros, de la misma manera que la desmesura orgiástica dio paso, entonces y ahora, a la bancarrota financiera, social y emocional (la anacronía musical me parece mucho, pero mucho más irritante en Mouline Rouge, por ejemplo). Y están esos descensos rascacielos abajo, propios de montaña rusa, que maljustifican el absurdo error de haberla rodado en 3D, pero que tampoco provocan mi completa indignación: si acaso mi indulgencia (en cualquier caso, no la estoy viendo en 3D; no creo que nadie la haya visto en 3D). 

Ya escribí que cada una de las versiones que se han hecho de la novela es hija de su tiempo, y éste en el que estamos, de vértigo y superficialidad, no es el más propicio para capturar el delicadísimo artificio de la escritura de Scott Fitzgerald. Naturalmente, la de Luhrmann está lejos todavía de ser la que la novela merece, pero sin duda es la mejor que se ha hecho hasta ahora. Las carencias que percibo en la película con respecto al libro no pesan lo bastante como para impedirme disfrutar de ella, y la complicidad se mantiene hasta el final. Desde luego, sigue sin resolverse cinematográficamente la cuestión de esa magistral primera persona, que observa y participa, que está dentro y fuera. En la misma butaca se me ocurre que tal vez la única manera de acercarse a ella en una película sería cediéndole esa primera persona al propio Fitzgerald, mostrarle escribiendo la novela en la Riviera francesa, identificándose a la vez con Carraway y con Gatsby. Los dos principales errores argumentales de esta película, a mi juicio, son, de un lado, la imagen de un Carraway escribiendo la historia como terapia; por otro, prescindir de la aparición final del padre de Jay Gatsby, y que en cierto sentido es el antecedente de la aparición de aquel taciturno Doc Golightly en Desayuno en Tiffany’s, de Capote: el primero viene al funeral de Jimmy Gatz, el otro llega a la gran ciudad tratando de recuperar a su joven esposa, Lulamae, que es ya tan ajena a la persona que fue en el pasado como lo es también ese fabuloso millonario de cuerpo presente: Gatsby y Holly se inventaron a sí mismos, y ése es el  hecho más relevante de sus vidas escritas. Pues bien, echo de menos a ese padre en la película de Luhrmann, y la relación entre Carraway y Jordan Baker, y sin duda todo ese caudal de prodigiosa prosa poética que existe en la novela (la muerte de Gatsby es uno de los pasajes más bellos de la historia de la Literatura), y alguna otra cosa… Pero lo que hay posee vida, una vida que estaba ausente de la versión protagonizada por Robert Redford. No puedo decir más; no quiero entrar en el juego de tratar de justificar por qué me ha gustado -sin exageración- algo que a tantos ha espantado. Simplemente ha ocurrido así. Como decía un personaje de Cortázar que de cuando en cuando vomitaba un conejito, «no es razón para no vivir en cualquier casa, no es razón para que uno tenga que avergonzarse y estar aislado y andar callándose».

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Por cierto, que una nueva traducción al español de El gran Gatsby se ha sumado a las ocho que ya estaban disponibles en cualquier librería bien surtida (y de las que ya se habló en el Loser). Esta última está firmada nada menos que por Ramón Buenaventura, excelente traductor y escritor, y la publica Alianza Editorial. Realmente, es casi increíble: ¿Cuál puede ser la magia de este libro para que haya dado lugar en España a una circunstancia tan insólita como es la de hacer coincidir 9 traducciones 9?

Portada de la novena


Y ahora, dejemos descansar a Scott (y a Zelda)... un tiempo.

10 comentarios:

abril en paris dijo...

A mí no me sorprende que hayas disfrutado porque creo (y puedo equivocarme) siempre encontrarás algo de Fitgerald hasta en las más atroces adaptaciones(y parece que ésta aparte de la música) no es la peor. No tengo elementos de juicio (aún) porque no la he visto. El exceso, si ese es el mayor defecto de Baz Luhrzmann puede encajar en lo que aquellas fiestas de Gatsby solian ser,y parece que la cámara no te ha mareado,..
me gustaba más imaginar las luces y los ruidos de risas y descorche desde lejos cuando Nick observa...y el encuentro de Gatsby y Daisy..no sé. Es dicifil prescindir lo que tu cabeza ya ha imaginado.
Seguramente, si la veo, que posiblemente lo haré, no sé cuando, echaré de menos a ese padre que explica tantas cosas.
Dejaremos reposar a sus protagonistas por un tiempo..

Un beso de jazz AQUI

José Luis Martínez Clares dijo...

Una visión menos extrema de la película, pero que viniendo de un gran conocedor de la novela merece toda mi credibilidad. No la he visto. No me ha llamado la atención. Escribía Azaústre que por el precio de la entrada puedes comprarte la novela. Un abrazo

Myra dijo...

Ya sabes que a mí no me llegó esta nueva versión de Gatsby...Mucho continente y poco contenido, eso es lo que sentí cuando salí de la sala de cine. No me emocionó y no sé muy bien explicar el porqué. Encontré el personaje de Gatsby demaiado infantil y el de Daisy demasiado insoportable y es que todo en esta peli lo encontré excesivo. Yo no entiendo de dirección de cine pero algo me falló en esta peli. Una pena ya que fui pensando que sí me gustaría porque me gustó su Mouline Rouge...

Una de las grandezas del cine es la variedad de opiniones sobre una misma peli y desde luego en eso esta peli se lleva el premio...

Un beso.

Juan Herrezuelo dijo...

ABRIL: El amigo que mejor me conoce me dijo lo mismo cuando le planteé mis dudas sobre ir o no ir: quieres tanto a Scott, me dijo, que sin duda encontrarás algo que te una a la peli. Y ocurre que había leído tantas cosas malas de esta película que cuando la vi confronté mis sensaciones no con el libro sino con esas críticas, y me puse del lado de la película. Hay muchas cosas en ella que son propias de un tipo de cine muy actual que no me gusta, el ritmo sobre todo, y una cierta tendencia a la inmadurez en algunos planteamientos. Ya te dije una vez que hubiera preferido una versión de los años 50 a cargo de Vidor, o de Stevens, o de Manckiewicz, o de Richard Brooks, o de Wlliam Wyler, o de Leo McCarey, o que Coppola hubiera rodado la versión del 74, cuyo guión escribió… Pero no la hicieron. Mi moderada complicidad con esta de Luhrmann radica en el hecho de que el tipo y yo amamos el mismo libro y los mismos personajes, y eso une. Por otra parte, el exceso le va bien a una historia que transcurre en una época de excesos.
Un beso en clave de Parker.

Juan Herrezuelo dijo...

JOSÉ LUIS MARTÍNEZ CLARÉS: Bueno, he leído tres traducciones distintas y el texto original: casi he vivido en una de las habitaciones de Gatsby. Yo pagué 4 euros y medio por la entrada en día del espectador, y la experiencia de la pantalla grande es mucha experiencia. No hubiera podido valorarla igual si me espero al DVD, porque probablemente lo mejor que tiene hace referencia a los espacios: la mansión, la casita de Carraway, el camino arbolado, la bahía, el valle de cenizas, el Nueva York años 20. Respetando la opinión de ese gran fitzgeraldiano que es Azaústre, yo estoy más cerca de la de Juan Francisco Ferré, para quien El Gatsby de Luhrmann es mucho más fiel al espíritu de la novela, y no sólo a su letra, de lo que muchos críticos han sabido reconocer. En el Fotogramas leí también una crítica muy acertada. Claro que esto es tan subjetivo… Abrazos.

Juan Herrezuelo dijo...

MYRA: Sé que no te gustó, pero es que uno no manda en sus sensaciones. La película tenía todas las papeletas para que a mí tampoco me gustara, y quién sabe qué ocurrirá cuando vuelva a verla dentro de varios meses, en DVD: es posible que se me caiga de las manos, porque ahora las películas no aguantan una segunda vez… Pero es posible que no sea así. Y es cierto, no me parece que Dicaprio sea un Gatsby mejor que Redford (claro que cualquiera hubiera sido una Daisy mejor que Farrow…); y sí, hay una extraña inmadurez en los personajes, a pesar de estar interpretados por actores mayores de lo que son los personajes del libro (Gatsby y Carraway deben de tener treinta años, Dicaprio 38, y sin embargo no parece suficientemente cuajado).
Las cosas nos gustan o no nos gustan, amiga. Y muchas veces no conviene darle vueltas.
Un beso.

El Doctor dijo...

Sigo estos textos con emoción,amigo Juan.Ayer,sin más;paseando por las calles de Barcelona pude darme cuenta de una cosa verdaderamente extraña,o no tanto.Fitzgerald o Gatsby está de moda.No sé si es bueno.Se han abierto nuevas tiendas de ropa de los años veinte para gente joven.Las librerías están repletas de las obras de Fitgerald en distintas ediciones de lujo o de bolsillo, es más,también en ediciones muy extrañas (ilustradas o con dibujos,puro glamour).Creo que esta moda va más allá de una lectura profunda y se queda en pura estética y quizá por los tiempos que estamos viviendo.La nostalgia contemporáneo en este país viene de las vacas gordas de los ochenta,por otro lado, cutre y hortera (música incluída)pero estos nuevos jóvenes están atrapados por Fitzgerald o Gatsby para reflejar una desesperación.Pensé en ti ayer.Me dije:cuánto me gustaría que mi amigo Juan pudiera estar aquí,por estas calles,conmigo,para observar este fenómeno.Las chicas con ese corte de pelo;los chicos con ese porte y con esa ropa de Fitzgeral o Gatsby...y esas colas en el cine,mayoritariamente de gente joven...Sí,pensé en ti.Luego me tomé una copa en una terraza.Los locos años veinte desfilaba ante mí y retrocediendo,a la vez,como pensaba Gatsby o Fitzgerald.

Un fuerte abrazo,amigo.

V dijo...

Naturalmente que sí. Amigo Juan,si te ha gustado esta nueva versión, faltaría más que aun contra viento y marea no lo puedas exponer a los cuatro vientos.
Y lo que diga el oficiliasdmo imperante poco importa ante la visión particular de cada uno. Para mi ha sido decpcionante, pero eso es lo de menos.
Cada lector lee una novela y cada espectador ve una película, aunque objetivamente los capítulos sean los mismos y los fotogramas idénticos.
Me parece muy bien. Y de verguenza nada, al contrario.A mi me gustó particularmente la actriz que incorporaba a Jordan, por decir algo positivo.No hay que privarse. Un abrazo

Juan Herrezuelo dijo...

FRANCISCO MACHUCA: Bueno, este texto sobre la peli de Lurhamnn ha entrado un poco fuera de programa, y si al final he escrito algo es porque me parecía casi obligado pronunciarme de alguna forma. Desde luego, también a mí me emociona que la película, más allá de lo que les haya podido parecer a unos y a otros, haya atraído la atención sobre este gran escritor que, afortunadamente, ya hace muchos muchos años que fue rescatado de un posible olvido. Pero está bien que se recuerde que es un grande entre los grandes. La verdad es que hace veinticinco años había quien me miraba con una ceja muy alzada si yo decía que prefería a Fitz por encima de Faulkner, que sí, que me gusta mucho también, y que su influencia es muchísimo más acentuada en otros grandes escritores, de García Márquez a Benet, de Onetti a Muñoz Molina, pero que parece que estuviera siempre campanudamente en la boca de aquel guardia civil de "Amanece que nos es poco": "¡Con lo que es Faulkner en este pueblo!"... Bueno, pues a mí a mi me emociona más Fitz. Lo de la moda... Bueno, ya sabes que los mercaderes colocan sus tenderetes en cualquier templo: es cosa que viene de antiguo. Ese llamado "Gatsby style", en fin, es un poco lo más ridículo de todo el asunto, pero no ofende mi sensibilidad.
Un abrazo muy fuerte y fitzgeraldiano, compañero.

Juan Herrezuelo dijo...

V: Lo cierto es que a mí no podía decepcionarme porque no esperaba nada de ella. Al revés. Llegué a temerme un Gatsby con visera ladeada y bailando hip hop. Reconozco que ganó mis respetos fundamentalmente a través de los escenarios en que se desarrolla, porque los reconocí de inmediato: creo que yo los había imaginado muy parecidos. Por lo demás, vuelve a incurrir en un error repetido: el de mostrar la muerte de Gatsby: en la novela tan sólo se ve una sombra entre los árboles que rodean la piscina y se oye el disparo.
Me gusta mucho que mostréis vuestro rechazo por la película, si lo habéis sentido. Qué diablos.
LO de la vergüenza, claro está, es una pose literaria. A ti y a mí nos importa muy poco la idea que pueda formarse nadie de nosotros a estas alturas a partir de una opinión, ¿no es verdad?. Si uno no es libre para decir lo que piensa, está empezando a desarrollar sus pensamientos a partir de lo que dicen otros. Un abrazo