No siempre posee el Loser alma de blues ni en el fondo de los vasos buscan sus habituales aquel clic que perseguían con tragos lentos el Newman de La gata sobre el tejado de zinc y el Carvalho de Los mares del Sur (“Se bebe esperando el clic que abre la puerta siempre cerrada”, escribió Vázquez Montalbán en aquella novela). Las más de las veces, el Loser es un lugar animado, con todas sus mesas ocupadas, rumorosas de conversaciones o expectantes ante la inminencia de la actuación anunciada. Es cierto que nunca deja de tener cierto aire de guarida, pero sólo unos pocos melancólicos irredentos se acogen a la música para perderse en el interior de sí mismos y al alcohol para borrar el rastro que deja la memoria en el camino. La mayoría de quienes frecuentan el Loser, por el contrario, lo hacen con la saludable intención de divertirse, de intercambiar historias, de seguir con los dedos el ritmo de cualquier cosa que suene en los baffles o en nuestro pequeño escenario, el soñoliento de My Funny Valentine o el endiablado de Layla, tanto da, y de navegar el curso de las copas, no de anegarse en mitad del golfo de su desatino (que es frase de El Quijote).
La especialidad del Loser en cuestión de bebidas elaboradas es el daiquiri de melocotón, cóctel que no puede prepararse durante todo el año por razones estacionales evidentes, siendo lo acostumbrado que los primeros se sirvan coincidiendo más o menos con el solsticio de verano. La receta que aquí se sigue es ésta: hielo generosamente vertido en una batidora de vaso (o americana), un melocotón pelado y troceado, un chupito de ron blanco, dos cucharadas pequeñas de azúcar, medio limón no exprimido del todo y un chorrito de Cointreau, todo ello bien batido, hasta que la mezcla adquiera una densidad de espuma escarchada y perfectamente naranja, algo crepuscular pero muy fría y con el sabor inconfundible de tan delicioso fruto (sabor, por cierto, en el que algunos clientes han creído imaginar el de la piel de Marilyn Monroe después de haber deslizado sobre ella el diamante húmedo de un cubito de hielo).
Se sabe que en la primera mitad de la década pasada, el escritor Miguel Naveros, buen amigo de la casa, tuvo ocasión de degustar un daiquiri de melocotón en una de nuestras mejores mesas, la que siempre ha tenido reservada, y tan complacido quedó con él que no dudó de incluirlo en la novela que por entonces estaba escribiendo, y no en cualquier pasaje, sino en el mismo inicio de aquella excitante escena en que Thérèse, mujer digna de toda idealización, le muestra a un adolescente Pedro Luna Luna, por vez primera, el prodigio de su cuerpo desnudo y acariciable, y éste, asaltado repentinamente por el síndrome de Stendahl, cae a sus pies rendido y sin saber en un principio que llora de pura fascinación (“Daiquirí de pêche, monsiur”, le dirá al dejar en una mesita la bandeja en que lo portaba). La novela se tituló El malduque de la Luna, fue premiada con el Fernando Quiñones del 2006 y narra en primera persona un largo proceso de aprendizaje vital y político, asociando cada una de sus cuatro etapas a las cuatro fases de la luna. Como tal novela de aprendizaje, hay en su estilo y estructura un inequívoco homenaje a la mejor narrativa picaresca (la historia transcurre, no obstante, desde el final de la dictadura hasta nuestros días), y sus logrados personajes van trazando en el tiempo y en el espacio el dibujo de unas relaciones afectivas en absoluto convencionales. Una excelente y comprometida novela.
Servido queda tan refrescante cóctel, pues, y a la tenue luz de una luna anaranjada.
Salud.
Orange Moon, Erykah Badu
20 comentarios:
Felicidades, Juan, en esta maravillosa noche de verano, cuya belleza se acrecienta en el Loser con tan magnífico despliegue multisensorial, decantado en ese "enivrant" daiquiri tan refrescante como sugerente. ¡Qué lujo de verano, perdido en tus pasadizos! Y una luna naranja para rubricar la magia noctámbula.
Un abrazo y feliz onomástica.
Vete reservando mesa que habrá que ir a degustar ese daiquiri.
Un saludo.
Hola, Juan. Resérvame la mesa del rincón, esa que está cerquita del escenario para poder escuchar bien esta maravilla de canción. Por supuesto quiero probar ese Daikiri de Melocotón que me está haciendo salivar..
Esa luna anaranjada, con tu permiso me la quedo.
Felicidades por tu onomástica y un beso encantado.
Yo, que en esto de la bebida nunca he tenido clase, sino todo lo más cabezonería, soy más de combinados que de cócteles. Perdón, de un combinado en concreto: el vodka con limón. No obstante, dado que leído tu daikiri sabe bien, voy a dejar invitarme a ese trago.
Entre el daiquiri...la canción...pués...que dan ganas de ir a probarlo!!!Como dice Javier un poco más arriba...reserva mesa que vamos!!!!! ( por cierto...quién canta en el video?me vuelve loca la canción)Mil besos y mil gracias por pasarte por mi blog.Te dejé una pequeña contestación,quizás una explicación,más que contestación..depués..tú sacas las conclusiones...
Perdona Juan, esta misma ventana me tapaba el nombre de la cantante.Solucionado. Una música preciosa.
Felicidades, Juan.
Un abrazo.
Gracias por ese daiquiri fresquito para este solsticio de verano que ha comenzado con letras mayúsculas, por la relajante música de Erykah Badu queriendo acariciar a esa luna naranja de melocotón, y por la placentera lectura de Miguel Naveros. En el Loser se está como en casa...
Felicidades también por tu onomástica, Juan.
Un beso.
Exquisito,suculento texto que invita al estado más refinado que yo conozo:beber con clase.No se si conoces un magnífico libro de José Luis Garci titulado Beber de cine,magnífico,entre este libro y las memorias de Buñuel Mi último suspiro aprendí a beber cócteles.Mi favorito sigue siento el Dri martini.Beber en esas copas en donde se refleja la luna ante una buena conversación.
Tenemos una pendiente,amigo.
Un fuerte abrazo.
Un excelente Blog. se disfruta de una buena lectura.Me produjo un gran placer visitarte y leerte. Te seguiré con el permiso tuyo. volver a visitarte.La música con un buen gusto.Que tengas un buen día amigo.
http://socialculturalyhumano.blogspot.com/
Gracias miles, amigos. Nada más grato que saber que habéis pasado por aquí a horas tan disímiles y que me habéis dejado tan hermosas palabras.
Regreso hoy de un par de días con sus noches en Parque Natural (silencio nocturno, jazz, Osa Mayor ahí enfrente, mañanas con playa virgen entre agaves y pitas…). Perdonad, pues, que os agradezca vuestros comentarios en una sola respuesta, para no repetirme ni ocupar en exceso un espacio que es vuestro: Reservada tenéis siempre mesa aquí y vuestra es la luna, que trataré de servir en las copas, como en aquella película de Lubitsch (que es cita que abre ese maravilloso libro de Garci, FRANCISCO, “Beber de cine”, que tanto influyó en mi vida, pues me convirtió, hasta hoy, en apreciadísimo coctelero entre mis amistades), o acercárosla para que la acariciéis, como me pides, MARISA. Gracias también por las felicitaciones. Besos, abrazos y brindis…
Consigues que cierre mis ojos y sueñe con un lugar indefinido geográficamente, que me sienta iluminada por esa luna bañada de jugos de melocotones, que me atreva a beber y que me deje llevar por la sensualidad de esa voz y que mis cuerpo se balancee con su ritmo.
Cuántas imágenes me llegan con tus palabras-
Un abrazo-
Nada más gratificante que hacer soñar a otros, BEATRIZ. Gracias y un abrazo fuerte.
Bueno Don Juan aprovechando que tenía un hueco me despido de los amigos del blog, el viernes me voy de vacaciones, me llevo la receta de ese daiquiri . Que pases un estupendo verano. En septiembre nos vemos.
Un abrazo.
Fuera de mi ventana, en el exterior, hay 38 grados en una Zaragoza que se deshace por el infierno de su asfalto. Imagínate lo que me ha gustado encontrar esta entrada de hoy que más que entrada es un oasis bendito donde perderse. Me apetece un daikiri con melocotón o un poquito de Marylin, ¿por qué no?. Pero lo que más me ha gustado de todo lo que has escrito es ese ambiente que siempre nos rescatas parecido efectivamente a las notas de My funny Valentine en la trompeta de Chet Baker. Un fuerte abrazo, amigo,.
¡ Qué delicia..! Nada más dulce que esa piel de melocotón y el frio de la copa acercandose a la boca..
Cualquier noche por calurosa que sea con ésta banda sonora nos estremece..
Y volvemos a éste lugar donde nadie se siente solo..
Un beso en el calor de la noche que nos amenaza :-)
Buen verano, JAVIER, nos leeremos a tu vuelta.
Ay, MARCOS, ABRIL, bien sé lo que estáis pasando a orillas del Ebro y del Pisuerga, pero vuestros calores duraran lo que tarde en pasar la ola; entonces pensad en este habitante de desérticos surestes, aferrado a sus daiquiris y gintónics y cervezas, buscando el alivio de los ventiladores (detesto el aire acondicionado, salvo en el coche) y, eso sí, braceando de vez en cuando en las aguas del Cabo de Gata. Y es que, como decía Marilyn, hay veces que uno tiene la garganta tan seca que escupiría algodón.
Gracias siempre por vuestras palabras. Os aprecio de veras, amigos. Un abrazo.
Nada mejor que este posteo tan fragante, que suena, luce y sabe a verano para este día helado de mi invierno austral,con apenas seis grados de temperatura en pleno mediodía de sol.
Tampoco me falta la calidez de tu compañía y las generosas palabras que dejas en mi blog: quiero que sepas que aprecio de verdad el tiempo que tomas para leerme y es un halago recibirte allí.
Besos.
Un placer leerte, aquí y al alba. Con la temperatura que hace por allí casi sería mejor un café irlandés que este daiquiri. Tengo pendiente tu mujer de tiza. Un abrazo.
HOLA, JUAN. SI NO TE IMPORTA, VOY A SENTARME EN LA PLATEA DE TUS SEGUIDORES PARA PODER VER MÁS DE CERCA LO Q’ TIENES PARA DECIR ..
P.D. EL PRÓXIMO 31 DE OCTUBRE TE ESPERO EN “EL HECHIZO” ;)
SALUDOS..
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