viernes, 4 de julio de 2014

"Mensajeros del silencio"

He recuperado el artículo que sigue gracias a mi gran amigo Francisco Ortiz. Es sobre fotografía, lo escribí en 1998 para la revista de la asociación Indalo Foto y no había vuelto a leerlo desde entonces. Desde luego, podría matizar hoy muchas de las cosas que digo en este texto -buena parte del último párrafo, por ejemplo-, pero no lo he hecho. No merecería la pena discutir con el hombre que yo era hace dieciséis años, teniendo en cuenta que muchas de las correcciones posiblemente no pasarían de añadir algún que otro "tal vez" allí donde se dejan entender tantos "sin duda". Por cierto, creo recordar que el título se lo puso el propio Paco Ortiz: él sí que sabe de fotografía.

 

Margaret Bourke-White. Kentucky Flood, 1937

Quienes no tenemos grandes conocimientos de fotografía (que es una forma generosa de referirme a los que sobre este tema sólo conocemos lo que nos dicta un cierto instinto creativo enmarañado con nuestros gustos personales) nos vemos incapaces de identificar esos pequeños o grandes detalles que hacen memorable una imagen captada con una cámara fotográfica. Menos aún de interpretarlos, claro. A lo sumo podemos diferenciar la que es buena de la mediocre, la que conmueve de la que ofende a la inteligencia, la pretenciosa de la verdaderamente lúcida o brillante o reveladora. Si nos subyuga el mundo de las imágenes, bien sean fijas o en movimiento, apreciaremos que es en el blanco y negro donde los componentes esenciales de la fotografía, la luz y la sombra, encuentran el medio idóneo para complementarse o combatir. Y poco más. Así que cualquier opinión que exprese quien, como yo, de fotografía no ha leído teorías ni tratados, ni supo dejarse ilustrar por aquellos que sí saben por miedo a que el conocimiento redujera el poder de la intuición, será forzosamente osada, incluso es posible que impertinente, para qué engañarnos. Lo cierto es que quiero apuntar aquí un análisis de la fotografía a través del concepto de voz narrativa (o mirada narrativa, si prefieren adaptar el término literario), pues narrar es contar algo y una fotografía, a mi entender, ha de hacerlo o al menos procurarlo: no puede ser sólo una imagen estática, pues si sugiere algo (y por tanto justifica así el haber sido hecha) se extiende más allá de sí misma por todos lados, en tiempo y en espacio. Esta voz o mirada que narra puede aparecer, como en prosa o poesía, en primera, segunda o tercera persona, de acuerdo con su deseo de estar o no presente en su obra. Cuando es explícita la voluntad de escoger y delimitar un determinado encuadre hasta el punto de que la estimación de esa fotografía está precisamente en el encuadre, o de acentuar y darle protagonismo, incluso de crear una determinada composición, el autor fotografía en primera persona y entra a formar parte de lo que nos pone ante los ojos. Hay un yo que guía la narración o establece lo que debe verse y lo que no, hace una selección de acuerdo con su temperamento, su escuela, su inspiración o su capricho. Y crea arte.

Pero hay fotos en que la composición parece arbitraria y el encuadre producto de la casualidad: el fotógrafo no parece que haya escogido lo que exhibe ante nuestro ojos, su presencia se diluye en una tercera persona que sin ser omnisciente (no hay demiurgia en fotografía) deja entrever que aquello que rodeaba a la escena captada permanece de alguna manera, completa el motivo, aunque sólo sea con la imaginación de quien observa el resultado final.

 
Xavier Miserachs. Piropo a la Vía Laietana, 1962

Un fotógrafo profesional les dirá que al encuadrar uno ha de tener en cuenta no tanto lo que interesa mostrar, sino lo que no interesa, es decir, sería un proceso de selección de lo superfluo y de su eliminación. Sin embargo quiero recordar ahora aquella fotografía digamos testimonial que se propuso hacer el personaje de "Las babas del diablo", el relato de Cortázar que Antonioni llevó al cine con el título de Blow up, donde la escena fotografiada se extendía más allá del encuadre, más allá del hecho que el fotógrafo creía interesante recoger y que recogió.

Cualquiera puede encontrar ejemplos de ambas miradas narrativas, yo necesitaría algo más que un breve artículo para hacerlo, necesitaría incluso reflexionar más ampliamente sobre esta teoría que ahora esbozo y de la que tengo no tanto una idea como apenas una intuición. Sí quería, finalizar confesándoles que mi interés actual por la fotografía (no por la que prefiero ver sino por la que veo inclinado a realizar) se centra en el retrato de personajes, preferentemente de mi entorno, pues sólo así soy capaz por ahora de contrastar el resultado final con el resultado que perseguía: la verdad. Tal vez esté de más decir que al escoger este tipo de fotografía me dirijo a un hipotético espectador (en realidad yo mismo) a través del tú del retratado, de esa segunda persona que en literatura se utiliza muy excepcionalmente.

No existe, a mi entender, un punto de vista más "artístico" que otro. Existe el poder de la imagen frente a la debilidad de las palabras, que necesitan agruparse para tener sentido y comunicar, existe la creatividad del autor, más o menos fértil, más o menos perspicaz, existe un objetivo o simplemente instinto, existe un estilo escueto y un estilo retórico, existe autenticidad o impostura.


Henri Cartier-Bresson. Truman Capote,  1947
 

12 comentarios:

abril en paris dijo...

Soy de las que anteponen lo intuitivo sin dejar de observar y aprender de los que sí saben. Pero siempre prima ese gusto personal digámosle artístico o pretendidamente creativo. No sé si lo consigo pero lo que dices me parece tan lúcido, tan acertado que no puedo por menos que asentir según te leo, siempre con admiración.

Un beso

José Luis Martínez Clares dijo...

Pues no sé cuánto sabes de fotografía, pero a mí me ha maravillado todo lo que dices. No te discutas, hace 16 años ya escribías obstinadamente bien. Un abrazo

Emilio Calvo de Mora dijo...

Juan, la imagen siempre vence a la palabra. La música siempre vence a la imagen. Los olores los derrotan a ambos. Hay una jerarquía en la narrativa del mundo. La fotografía fascina por lo que no dice, por lo que esboza, por cuanto no deja claro y, sin embargo, hace que trascienda. Estupendo texto.

V dijo...

Casi nada eso de atrapar la verdad....de trascender un instante....te contarè una anecdota personal sobre la que llevo años preguntandome sin respuesta.
Hace mas de diez años iba en ciche de copiloto por una autovia francesa con la camara en la mano . Un coche nos adelantò a gran velocidad y acto seguido cogio un desvio, una salida de la autovia nuestra derecha.
La salida tenia una curva bastante pronunciada y debido a la velocidad volcò. Saquè instintivamente la camara por la ventanilla cuando el coche volcado quedaba ya casi detras y a nuestra derecha.
Justo en el momento en el que tirè la foto el coche se incendiò quedando a nuestra espalda en el desvio.
Al ser una autovia no podiamos dar marcha atras....no pudimos hacer nada. Queda una foto un tanto borrosa de un coche volcado y ardiendo.....
No se si es una buena foto....pero ese dia entendi muy bien a los cazadores de instantes que tan bien describes, aunque sean retratos. Un abrazo

Juan Herrezuelo dijo...

ABRIL: La intuición – o el instinto- es esencial a la hora de fotografiar: vemos la foto, sabemos que está ahí. Yo tuve la suerte, a demás, de que un profesional me hiciera un par de indicaciones sobre cómo como hacer un buen retrato. Un beso.

Juan Herrezuelo dijo...

JOSÉ LUIS MARTÍNEZ CLARES: Es que tú eres un magnífico fotógrafo, y no se trata de devolverte el cumplido. He visitado varias veces tu página de flickr, y hay algunas imágenes realmente excelentes. Un abrazo.

Juan Herrezuelo dijo...

EMILIO CALVO DE MORA VILLAR: Hace tiempo que ya no estoy tan seguro de que una imagen valga por mil palabras, pero coincido plenamente en la prevalencia del olfato: sin duda es el gran sentido del recuerdo, por ejemplo: la vista es engañosa, el gusto es muy vago, el oído se queda algo corto, el tacto únicamente lo tienen adiestrado los invidentes… Pero un olor te traslada de inmediato a un determinado momento, a veces muy remoto en el pasado. Un abrazo, Emilio.

Juan Herrezuelo dijo...

V: Estremecedora historia, Víctor. En esto de las fotos estoy con Cortázar (siempre Julio): prefiero no que la instantánea refleje fielmente la escena escogida, sino que la realidad se vea desmentida por la foto, “que se deslice en ella elemento insólito que cambia una cena de aniversario en una confesión colectiva de odios”. Sin duda tu foto de la autovía será técnicamente imperfecta, pero como lo son las de Robert Capa en Normandía, por ejemplo: es su condición de testimonio lo que cuenta. Un saludo.

Recomenzar dijo...

maravilloso haberte encontrado y poder leerte

Marcos Callau dijo...

Muy interesante tu artículo sobre fotografía, Juan. Yo no cambiaría nada de lo que escribes. Es cierto, que el blanco y negro es el mejor medio posible para la fotografía. No he visto "Blow up" pero ya tengo deberes que hacer. Abrazos, Juan.

Clarice Baricco dijo...

Si ves al gran Francisco, dale un abrazo de mi parte.

Interesante texto.

Abrazos.

Juan Herrezuelo dijo...

CLARICE BARICCO: Hace tiempo que él y yo tenemos un abrazo y una larga charla pendientes.