He recuperado el artículo que sigue gracias a mi gran amigo Francisco Ortiz. Es sobre fotografía, lo escribí en 1998 para la revista de la asociación Indalo Foto y no había vuelto a leerlo desde entonces. Desde luego, podría matizar hoy muchas de las cosas que digo en este texto -buena parte del último párrafo, por ejemplo-, pero no lo he hecho. No merecería la pena discutir con el hombre que yo era hace dieciséis años, teniendo en cuenta que muchas de las correcciones posiblemente no pasarían de añadir algún que otro "tal vez" allí donde se dejan entender tantos "sin duda". Por cierto, creo recordar que el título se lo puso el propio Paco Ortiz: él sí que sabe de fotografía.
Quienes no
tenemos grandes conocimientos de fotografía (que es una forma generosa de
referirme a los que sobre este tema sólo conocemos lo que nos dicta un cierto
instinto creativo enmarañado con nuestros gustos personales) nos vemos
incapaces de identificar esos pequeños o grandes detalles que hacen memorable
una imagen captada con una cámara fotográfica. Menos aún de interpretarlos,
claro. A lo sumo podemos diferenciar la que es buena de la mediocre, la que
conmueve de la que ofende a la inteligencia, la pretenciosa de la
verdaderamente lúcida o brillante o reveladora. Si nos subyuga el mundo de las
imágenes, bien sean fijas o en movimiento, apreciaremos que es en el blanco y
negro donde los componentes esenciales de la fotografía, la luz y la sombra, encuentran
el medio idóneo para complementarse o combatir. Y poco más. Así que cualquier
opinión que exprese quien, como yo, de fotografía no ha leído teorías ni
tratados, ni supo dejarse ilustrar por aquellos que sí saben por miedo a que el
conocimiento redujera el poder de la intuición, será forzosamente osada,
incluso es posible que impertinente, para qué engañarnos. Lo cierto es que
quiero apuntar aquí un análisis de la fotografía a través del concepto de voz
narrativa (o mirada narrativa, si prefieren adaptar el término literario), pues
narrar es contar algo y una fotografía, a mi entender, ha de hacerlo o al menos
procurarlo: no puede ser sólo una imagen estática, pues si sugiere algo (y por
tanto justifica así el haber sido hecha) se extiende más allá de sí misma por
todos lados, en tiempo y en espacio. Esta voz o mirada que narra puede
aparecer, como en prosa o poesía, en primera, segunda o tercera persona, de
acuerdo con su deseo de estar o no presente en su obra. Cuando es explícita la
voluntad de escoger y delimitar un determinado encuadre hasta el punto de que
la estimación de esa fotografía está precisamente en el encuadre, o de acentuar
y darle protagonismo, incluso de crear una determinada composición, el autor
fotografía en primera persona y entra a formar parte de lo que nos pone ante
los ojos. Hay un yo que guía la narración o establece lo que debe verse y lo
que no, hace una selección de acuerdo con su temperamento, su escuela, su
inspiración o su capricho. Y crea arte.
Un fotógrafo profesional les dirá que al encuadrar uno ha de tener en cuenta no tanto lo que interesa mostrar, sino lo que no interesa, es decir, sería un proceso de selección de lo superfluo y de su eliminación. Sin embargo quiero recordar ahora aquella fotografía digamos testimonial que se propuso hacer el personaje de "Las babas del diablo", el relato de Cortázar que Antonioni llevó al cine con el título de Blow up, donde la escena fotografiada se extendía más allá del encuadre, más allá del hecho que el fotógrafo creía interesante recoger y que recogió.
Cualquiera puede encontrar ejemplos de ambas miradas narrativas, yo necesitaría algo más que un breve artículo para hacerlo, necesitaría incluso reflexionar más ampliamente sobre esta teoría que ahora esbozo y de la que tengo no tanto una idea como apenas una intuición. Sí quería, finalizar confesándoles que mi interés actual por la fotografía (no por la que prefiero ver sino por la que veo inclinado a realizar) se centra en el retrato de personajes, preferentemente de mi entorno, pues sólo así soy capaz por ahora de contrastar el resultado final con el resultado que perseguía: la verdad. Tal vez esté de más decir que al escoger este tipo de fotografía me dirijo a un hipotético espectador (en realidad yo mismo) a través del tú del retratado, de esa segunda persona que en literatura se utiliza muy excepcionalmente.
No existe, a mi entender, un punto de vista más "artístico" que otro. Existe el poder de la imagen frente a la debilidad de las palabras, que necesitan agruparse para tener sentido y comunicar, existe la creatividad del autor, más o menos fértil, más o menos perspicaz, existe un objetivo o simplemente instinto, existe un estilo escueto y un estilo retórico, existe autenticidad o impostura.
Henri
Cartier-Bresson. Truman Capote, 1947
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12 comentarios:
Soy de las que anteponen lo intuitivo sin dejar de observar y aprender de los que sí saben. Pero siempre prima ese gusto personal digámosle artístico o pretendidamente creativo. No sé si lo consigo pero lo que dices me parece tan lúcido, tan acertado que no puedo por menos que asentir según te leo, siempre con admiración.
Un beso
Pues no sé cuánto sabes de fotografía, pero a mí me ha maravillado todo lo que dices. No te discutas, hace 16 años ya escribías obstinadamente bien. Un abrazo
Juan, la imagen siempre vence a la palabra. La música siempre vence a la imagen. Los olores los derrotan a ambos. Hay una jerarquía en la narrativa del mundo. La fotografía fascina por lo que no dice, por lo que esboza, por cuanto no deja claro y, sin embargo, hace que trascienda. Estupendo texto.
Casi nada eso de atrapar la verdad....de trascender un instante....te contarè una anecdota personal sobre la que llevo años preguntandome sin respuesta.
Hace mas de diez años iba en ciche de copiloto por una autovia francesa con la camara en la mano . Un coche nos adelantò a gran velocidad y acto seguido cogio un desvio, una salida de la autovia nuestra derecha.
La salida tenia una curva bastante pronunciada y debido a la velocidad volcò. Saquè instintivamente la camara por la ventanilla cuando el coche volcado quedaba ya casi detras y a nuestra derecha.
Justo en el momento en el que tirè la foto el coche se incendiò quedando a nuestra espalda en el desvio.
Al ser una autovia no podiamos dar marcha atras....no pudimos hacer nada. Queda una foto un tanto borrosa de un coche volcado y ardiendo.....
No se si es una buena foto....pero ese dia entendi muy bien a los cazadores de instantes que tan bien describes, aunque sean retratos. Un abrazo
ABRIL: La intuición – o el instinto- es esencial a la hora de fotografiar: vemos la foto, sabemos que está ahí. Yo tuve la suerte, a demás, de que un profesional me hiciera un par de indicaciones sobre cómo como hacer un buen retrato. Un beso.
JOSÉ LUIS MARTÍNEZ CLARES: Es que tú eres un magnífico fotógrafo, y no se trata de devolverte el cumplido. He visitado varias veces tu página de flickr, y hay algunas imágenes realmente excelentes. Un abrazo.
EMILIO CALVO DE MORA VILLAR: Hace tiempo que ya no estoy tan seguro de que una imagen valga por mil palabras, pero coincido plenamente en la prevalencia del olfato: sin duda es el gran sentido del recuerdo, por ejemplo: la vista es engañosa, el gusto es muy vago, el oído se queda algo corto, el tacto únicamente lo tienen adiestrado los invidentes… Pero un olor te traslada de inmediato a un determinado momento, a veces muy remoto en el pasado. Un abrazo, Emilio.
V: Estremecedora historia, Víctor. En esto de las fotos estoy con Cortázar (siempre Julio): prefiero no que la instantánea refleje fielmente la escena escogida, sino que la realidad se vea desmentida por la foto, “que se deslice en ella elemento insólito que cambia una cena de aniversario en una confesión colectiva de odios”. Sin duda tu foto de la autovía será técnicamente imperfecta, pero como lo son las de Robert Capa en Normandía, por ejemplo: es su condición de testimonio lo que cuenta. Un saludo.
maravilloso haberte encontrado y poder leerte
Muy interesante tu artículo sobre fotografía, Juan. Yo no cambiaría nada de lo que escribes. Es cierto, que el blanco y negro es el mejor medio posible para la fotografía. No he visto "Blow up" pero ya tengo deberes que hacer. Abrazos, Juan.
Si ves al gran Francisco, dale un abrazo de mi parte.
Interesante texto.
Abrazos.
CLARICE BARICCO: Hace tiempo que él y yo tenemos un abrazo y una larga charla pendientes.
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