El presidente del Club Taurino de París, Jean-Pierre Hedoin, y su mujer, Marie Luce, en la plaza de toros de Almería. Foto: JFH |
Jean-Pierre Hedoin,
presidente del Club Taurino de París, no es esa clase de aficionado a los toros
que viaja de ciudad en ciudad y de plaza en plaza siguiendo a un único matador.
De hecho, cuando se refiere a la figura del “partidario” –el que se hace de un
torero como quien se hace de un equipo de fútbol- tuerce algo la boca y frunce
escéptico el ceño, como fingiendo por prudencia no tener nada claro que tal
actitud sea positiva. Al igual que otros taurófilos franceses a quienes he tenido
ocasión de conocer, Jean-Pierre está más cerca de aquella máxima de Rafael
Ortega según la cual el mejor aficionado es aquel a quien más toreros le caben
en la cabeza. A él le caben infinidad no ya de toreros, sino de fechas, de
plazas, de faenas, de detalles imborrables. Él y su mujer, Marie Luce, llegaron
a la Feria de Almería desde la de Bilbao, deseosos de reencontrarse con un
público al que consideran particularmente predispuesto al triunfo de los
toreros. En eso coinciden con otro ilustre aficionado galo, el filósofo Francis
Wolf: les digo que en esta misma casa en la que nos han invitado a cenar, la
muy taurina casa de los Córdoba, en la plaza Balneario San Miguel, charlé largo
y tendido con Wolf hace ya trece años. Les sorprende y agrada saberlo:
naturalmente, lo conocen, son amigos, les une esta bendita pasión.
Jean-Pierre
y Marie Luce no son los únicos aficionados extranjeros que visitaron Almería
durante la pasada feria taurina. Confundidos discretamente entre los
espectadores que este año acudieron al coso de la Avenida de Vilches, han
disfrutado también de los toros y del ambiente Lore Monnig, presidenta del Club
Taurino de la Ciudad de Nueva York, Muriel Feiner, escritora y fotógrafa
neoyorkina afincada en Madrid, presidenta, a su vez, del Club Internacional
Taurino, y Paolo Mosole, presidente del Club Taurino Italiano. Creo que es
realmente digo de tener en cuenta el hecho de que Almería haya entrado en el
circuito de las ferias taurinas que despiertan el interés de los mejores
aficionados internacionales. En mi caso, eso sí, lamento que Monnig no pudiera
asistir finalmente a la cena del 28 de agosto en casa de los Córdoba, como
estaba previsto: lo de las tres nacionalidades reunidas me había permitido ya
reflexionar acerca de ese rito geométricamente perfecto alrededor del número
tres que son los toros, según leí en un libro del pintor Javier de Juan: tres
toreros, tres subalternos de a pie en cada cuadrilla, los tres tercios de la
lidia, tres terrenos delimitados por los tres círculos concéntricos formados en
el ruedo, tres pares de banderillas, tres puyazos (antes, claro), tres avisos. […]
Plaza de Toros de l'Exposition. París. 1889
2 comentarios:
['Loser c'est moi aussi!']
Y concluir con el rigor de haber presenciado tan solo una fiesta taurina en toda mi vida, que
*deambulen a cara descubierta los aficionados estos, tan dignos, a quienes más artistas diletantes comediógrafos ambivalentes músicos poetas otros diversos enredos... caben en sus cabezas*.
Ojalá fueran multitud!
Un abrazo, Juan
Deja que simplifique con un ¡Olé!
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