Hace muchos años que dejé de estar pendiente de las novedades literarias,
como de los estrenos cinematográficos. Es inevitable enterarse de lo que va
saliendo, claro, pero siento que no es por mí por quien siguen editando nuevos
libros ni rodando más películas. Como consumidor de cultura soy definitivamente
un outsider. A mi juicio, la literatura y el cine no atraviesan por un periodo
de decadencia: lo harían si el lector y el espectador exigentes pudieran
advertir que hay realmente otra orilla, aunque sólo fuera una remota línea de
esperanza en el horizonte. Pero no la hay –ni orilla ni esperanza-; hay, quizá,
un fondo, pero espero no estar ahí para ver cuándo lo tocan. La literatura y el
cine, tal y como yo los entiendo, están en un proceso de descomposición; si se
quiere, en un proceso de transformación en otra cosa, lo acepto, pero esa cosa
no será ya ni literatura ni cine. Afortunadamente, varios siglos de poesía,
narrativa, teatro y ensayo nos han dejado una reserva casi infinita de grandes obras
maestras por leer. En cuanto al cine, bueno, seguiremos dándole vueltas y
vueltas a las mismas películas que siempre logran emocionarnos.
Digo esto porque, inesperadamente, y como para contradecir todo lo anterior,
me encuentro con el anuncio de que este otoño todos o casi todos los escritores
por los que aún siento respeto van a publicar nuevos libros. Abrumadora
coincidencia que a alguien tan desengañado como quien esto escribe no deja de
causarle sorpresa y, sí, lo confieso, un verdadero entusiasmo. En términos
agrícolas, podríamos decir que será una excelente cosecha.
Vayamos por partes: a la ya anunciada novela póstuma de Ana María Matute,
Demonios familiares, se suman novelas
del maestro Juan Marsé, Noticias
felices en aviones de papel, y de Javier Marías, Así empieza lo malo. Además, dos
escritores a quienes tengo una enorme admiración desde sus primeras novelas, esa
clase de escritores que forman parte importante de tu vida y con los que uno ha
ido haciéndose mayor libro a libro, coincidirán también en las librerías: Belén
Gopegui, con El comité de la noche,
y Luis Landero, con El balcón en
invierno. Creo de justicia mencionar también la primera novela de Miguel
Sanfeliu, Parece que cicatriza, a
publicar por Talentura. Y esto es sólo el comienzo.
Hay un libro que entrará directamente en la historia de la Literatura (lo
está ya desde hace años, y sin haber visto la luz, en su forma mítica): Palais de Justice, la breve novela
autobiográfica escrita por José Ángel Valente, donde la sombra de Kafka
se extiende, dicen, sobre el traumático proceso de divorcio que puso fin al primer
matrimonio del poeta. Valente (1929-2000) es, tanto en su vertiente
poética como en su vertiente ensayística, uno de los más grandes escritores de
la pasada centuria, y esta rara obra de ficción narrativa –se acercó muy pocas
veces al género-, que ha permanecido inédita, según su deseo, hasta después del
fallecimiento de su primera mujer, está llamada a convertirse en uno de los
hitos literarios más importantes de lo que llevamos del XXI. (Leer aquí un enriquecedor reportaje sobre la obra).
Pero con ser todo esto tan relevante, si escribo sobre ello es porque he
sabido que también Antonio Muñoz Molina publicará –al fin- una nueva
novela, cuyo título es Como la sombra que se va. Que se anuncie para tan tarde como el 25 de noviembre me colma de ansiedad:
siempre ha sido así, desde que en 1988 leí El
invierno en Lisboa: es anunciarse una nueva novela suya y no vivir ya.
Puede que suene un poco exagerado, incluso un punto ridículo, si se quiere, pero
las cosas (y las debilidades humanas) son como son. Así de principio, su novela, centrada en el tipo
que asesinó a Martin Luther King (de nombre James Earl Ray), cuya historia
ha sido reconstruida por Muñoz Molina a partir de los archivos del FBI,
me trae a la cabeza la magnífica Libra,
de Don DeLillo, donde el autor neoyorkino hacía lo propio con Lee
Harvey Oswald. Veremos.
Ahora permítaseme confesar al final de estas líneas que, no obstante, el libro que más deseosa
y felizmente espero es una colección de relatos titulada La derrota de nunca acabar, de la que es autor Miguel Naveros,
y que publicará la editorial Bartleby. Se trata de la primera incursión
de Naveros en el terreno del cuento breve (ha cultivado la poesía y la
novela, además del género periodístico en toda su amplitud), y apuesto el resto a que éste será uno
de los libros de relatos más destacados del año. Juego con ventaja: no lo digo
por intuición, sino con conocimiento de causa.
Miguel Naveros. Foto: JFH
10 comentarios:
Qué grandes todos ellos. En la ansiedad por esa nueva novela de Muñoz Molina, coincidimos plenamente. Esperemos estas luces entre sombras. Un abrazo, amigo Juan
Gracias por la información, todo apetece mucho, pero quizás esa colección de relatos de la que tanto esperas (y sabes algo ¿eh?) es lo que más me atrae.
Abrazos.
Esta entrada es de las que....por una parte me alegro muchísimo de que la cosecha del 14 de sus frutos....y esos frutos.....por otra....el desánimo cunde...aun tengo cosas por leer y me temo que no leeré ni la mitad de topdos estos...y bien es verdad que apetecen. Habrá que dar tiempo al tiempo. Un abrazo
Hay generosas coincidencias entre nuestros gustos literarios, al menos entre los escritores mencionados en esta entrada. Especial predilección por Marias y Muñoz Molina, y también por Matute (todo 'emes'), de la que creo que ya te comenté a propósito de alguna entrada anterior, que estoy con su 'Primera memoria' entre manos.
Pero el placer es sumo cuando veo que refieres el inminente lanzamiento de la novela del buen amigo Sanfeliu, que además se convertirá en compañero de editorial, y al que le deseo y auguro muchísimo éxito.
No todo está perdido Juan, está claro, y me congratula saberlo.
Tambien espero ansiosa a Muñoz Molina y a Matute.
Siento no ser una lectora más rápida porque me falta vida y por otro lado no concibo la misma sin la literatura. Lo del cine tambien se va reduciendo a nuestros últimos refugios.
Un beso y gracias por la lista
No sabes lo que puedo llegar a comprender lo que dices al principio del primer párrafo, amigo mío. Uno se promete, cuando está en horas bajas, que no comprará más libros que con lo que se tiene ya en la biblioteca personal podrías morir de viejo y no te la acabarías. Pero ¿qué sería salir a la calle para dar un paseo y no entrar en una librería? Por ejemplo, en lo que llevamos de mes ya me he gastado el presupuesto de todo el mes que tengo reservado para mi ocio. ¿Responsables? La última novela de Milan Kundera, La fiesta de la insignificancia. Galveston,la primera novela noir de Nic Pizzolatto, responsable de la serie True Detective que me ha parecido,por otra parte, un gran descubrimiento. Máscara de Stanislaw Lem de la editorial (carísima) Impedimenta,donde se publica por primera vez todos sus relatos. Y... bueno, si encima has puesto aquí las inminentes publicaciones de Matute, Marsé, Marías... Luego miro la cartelera y veo que hoy se estrena Boyhood (Momentos de una vida) de mi admirado director Richard Linklaler... en fin, que uno no cobra solo para pagar impuestos injustos y alquileres abusivos. Y ya ni te hablo del recibo de la luz, el gas, y los alimentos manipulados del súper de la esquina más la conexión a Internet y...
Abrazos,amigo Juan
Muchas gracias, Juan, tanto por la generosa mención a mi novela como por las interesantes recomendaciones. También tengo gran curiosidad por el libro de Valente y, por supuesto, estaré atento al libro de Miguel Naveros. Un fuerte abrazo.
ultimamente no leo mucho aunque me gusta como encaras tu blog y tus temas
Coincido contigo en lo referido al primer párrafo; no hay ganas de estar a la última y será por algo. En lo particular y aunque he leído novelas que considero buenas y también otras que han resultado decepcionantes, últimamente tengo más querencia por los libros de relatos, formas de relacionarse con la literatura, etapas también. He encontrado este artículo muy atractivo, Juan, se agradece el saber de todas estas novedades.
Un saludo.
Setefilla.
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