Portada del catálogo de la exposición
–Mírame, escucha y no olvides –le previno una sola vez como el que extiende un bálsamo o dicta un testamento–. Viajarás abrazada a tu historia entre lienzos de oro y mares de seda. Serás Oriente en Occidente.Juan Vida, UN CUENTO CHINO
De un padre a otro, de un
Juan a otro Juan: observo a solas los trece cuadros que componen la exposición
del pintor Juan Vida llegada el pasado martes desde su Granada natal, voy
leyendo fragmento a fragmento este cuento chino a corazón abierto, esta fábula
real que es crónica de un viaje hacia la paternidad, “tránsito personal de
la tristeza a la felicidad, de la ausencia a la plenitud”, escribió Andrea
Villarrubia para el catálogo de la exposición; relato dibujado y escrito de ese
encuentro con quien estaba destinada a ser tan de uno mismo habiendo visto su
primera luz tan lejos, palabras y colores para Julia, nacida Coral la noche más
corta del año 4702 del calendario chino, Estrella de Oriente encaramada ella
misma a una esfera de estrellas.
Sabía que a esta hora sería
yo el único visitante del museo. Antonio Muñoz Molina nos confesó a un amigo y
a mí, hace más de veinte años, que prefería frecuentar la compañía de
pintores antes que la de escritores porque, dijo, los pintores te enseñan a
mirar. Juan Vida era sin duda uno de esos pintores. Ahora, quieto ante cada uno
de estos cuadros, dejo que las imágenes eduquen mi mirada, me ayuden a penetrar
en este cuento sin cuento que es todo verdad y asombro y emoción. En una
columna del Loser hay desde el primer día una obra firmada por Juan Vida, la
portada de mi primer libro, Desde el lugar donde
me oculto: suyo era el diseño de aquella colección, y siempre me he sentido
vinculado a él por este motivo. Curiosamente, uno de los relatos incluido en el
libro se titula “Vida más allá de este espejismo”, y envuelto en algo parecido
a una ilusión acabo yo también por viajar más allá de sus cuadros, llegar al
Valle del Lijiang, contemplar a Coral no desde la sala de un museo deshabitado,
sino quieto bajo la sombra de un monte y del templo budista que lo corona.
De Juan Vida escribió el
propio Muñoz Molina que "nunca corrió el peligro de no ser un pintor
excelente: pero ha sido mejor que se haya convertido en un pintor único"
y Justo Navarro que sobre sus cuadros "firman su alianza el deseo y la
memoria". "Un cuento chino" podrá verse en el Museo de
Almería los meses de junio y julio.
Fotografía: JFH
9 comentarios:
Hola, Juan. Muy emotiva esta entrada, mucho. Las palabras del comienzo de Juan Vida me han encantado, preciosas.
He visto sus cuadros en ese enlace que nos has puesto. Cuadros alegres, llenos de ilusión. Se nota la felicidad y plenitud del autor.
Coral, un bombón.
Un beso
MYRA: Ojalá llegara la exposición a muchas ciudades, porque realmente vale la pena. Si pinchas en la foto panorámica verás mejor la sala en -casi- toda su dimensión. Un beso.
Me ha emocionado esa frase : un pintor te enseña a mirar..¡ ojalá ! asi como un escritor pone voz y palabras a tus sentimientos.
Preciosos y luminosos esos cuadros, Juan.
¡ Gracias por abrirnos esa puerta !
Un beso.
Coincido y me quedo pensando en eso de que un pintor te enseña a mirar. Excelente entrada, Juan. Un abrazo desde la patagonia argentina
Gracias por trasladarnos a esa exposicvión. Espero que se pueda ver en Zaragoza, alguna vez. Un abrazo.
Hay que saber mirar. Asistí hace años a un cursillo (no sé qué tiene esa palabra que en el fondo me desagrada) sobre el aprendizaje de la mirada. Decían (con razón) que no sabíamos mirar un cuadro. Empezó con una corrección semántica, con un cachete en el diccionario que cada uno monta en su cabeza: ver y mirar. Yo les explico a mis alumnos algo parecido con oír y escuchar. Pues sirvió, Juan. Aprendí (es un decir: empecé a aprender, que es más certero) a mirar de otra manera. Quien lo organizó, no recuerdo el nombre, habló de Muñoz Molina, precisamente. Eran, al parecer, buenos amigos. Es una casualidad. Lo de Juan y sus cuentos chinos, me ha encantado. Supongo que no caerá por mi pueblito del sur, pero está bien esta ventana al mundo bonito que ahí afuera.
Un abrazo, amigo.
Desde luego, será más fácil que puedas verla tú, EUGENIO, que vosotros, ABRIL, MARCOS, porque tal vez viaje por Andalucía. Y es algo más que improbable que llegue a ese otro lado, HORACIO. En algún sitio leí que la tan deseada aventura de la paternidad coincidió con otras circunstancias que afectaron a la vida profesional de Juan Vida, pues cerró la galería madrileña que programaba su obra en circuitos nacionales e internacionales.
Creo que el hecho de haber perdido cierta capacidad de mirar tiene que ver con nuestra condición urbana y con la pérdida del reposo natural que exige toda atención en las cosas aparentemente pequeñas. Mi abuelo, al que no conocí, un hombre del campo castellano, casi un ser de Delibes, sabía mirar y escuchar, reconocía los cambios que se producían de un día para otro en un árbol. Es una capacidad que se va perdiendo por falta de uso, como se perdieron las branquias. Hace años yo estuve tres cuartos de hora delante de Las Meninas, en El Prado, hechizado por cada palmo del cuadro y por su conjunto...
Un fuerte abrazo, amigos.
En El Prado y frente a Las Meninas puedes estar..¡ no tres cuartos de hora ¡ dos horas quizás ! si no fuera por los turistas..:-)
¡ Qué bonito lo de tu abuelo..! Yo vivo muy cerca de la casa de Delibes..
Otro abrazo.
Precioso texto,emocionante y muy agudo lo de Antonio Muñoz Molita:"enseñar a mirar".Ese lentitud que requiere observar una pintura,esa lentitud que hoy no tenemos para observar las cosas fugaces y no tan fugaces.
Un fuerte abrazo,amigo.
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