miércoles, 15 de junio de 2011

Un cuento chino, de Juan Vida

Portada del catálogo de la exposición

–Mírame, escucha y no olvides –le previno una sola vez como el que extiende un bálsamo o dicta un testamento–. Viajarás abrazada a tu historia entre lienzos de oro y mares de seda. Serás Oriente en Occidente.
Juan Vida, UN CUENTO CHINO

De un padre a otro, de un Juan a otro Juan: observo a solas los trece cuadros que componen la exposición del pintor Juan Vida llegada el pasado martes desde su Granada natal, voy leyendo fragmento a fragmento este cuento chino a corazón abierto, esta fábula real que es crónica de un viaje hacia la paternidad, “tránsito personal de la tristeza a la felicidad, de la ausencia a la plenitud”, escribió Andrea Villarrubia para el catálogo de la exposición; relato dibujado y escrito de ese encuentro con quien estaba destinada a ser tan de uno mismo habiendo visto su primera luz tan lejos, palabras y colores para Julia, nacida Coral la noche más corta del año 4702 del calendario chino, Estrella de Oriente encaramada ella misma a una esfera de estrellas.

Sabía que a esta hora sería yo el único visitante del museo. Antonio Muñoz Molina nos confesó a un amigo y a mí, hace más de veinte años, que prefería frecuentar la compañía de pintores antes que la de escritores porque, dijo, los pintores te enseñan a mirar. Juan Vida era sin duda uno de esos pintores. Ahora, quieto ante cada uno de estos cuadros, dejo que las imágenes eduquen mi mirada, me ayuden a penetrar en este cuento sin cuento que es todo verdad y asombro y emoción. En una columna del Loser hay desde el primer día una obra firmada por Juan Vida, la portada de mi primer libro, Desde el lugar donde me oculto: suyo era el diseño de aquella colección, y siempre me he sentido vinculado a él por este motivo. Curiosamente, uno de los relatos incluido en el libro se titula “Vida más allá de este espejismo”, y envuelto en algo parecido a una ilusión acabo yo también por viajar más allá de sus cuadros, llegar al Valle del Lijiang, contemplar a Coral no desde la sala de un museo deshabitado, sino quieto bajo la sombra de un monte y del templo budista que lo corona.

Pero mejor que el propio artista nos relate y muestre su “cuento chino” pinchando aquí.


De Juan Vida escribió el propio Muñoz Molina que "nunca corrió el peligro de no ser un pintor excelente: pero ha sido mejor que se haya convertido en un pintor único" y Justo Navarro que sobre sus cuadros "firman su alianza el deseo y la memoria". "Un cuento chino" podrá verse en el Museo de Almería los meses de junio y julio.



Fotografía: JFH

9 comentarios:

Myra dijo...

Hola, Juan. Muy emotiva esta entrada, mucho. Las palabras del comienzo de Juan Vida me han encantado, preciosas.
He visto sus cuadros en ese enlace que nos has puesto. Cuadros alegres, llenos de ilusión. Se nota la felicidad y plenitud del autor.
Coral, un bombón.

Un beso

Juan Herrezuelo dijo...

MYRA: Ojalá llegara la exposición a muchas ciudades, porque realmente vale la pena. Si pinchas en la foto panorámica verás mejor la sala en -casi- toda su dimensión. Un beso.

abril en paris dijo...

Me ha emocionado esa frase : un pintor te enseña a mirar..¡ ojalá ! asi como un escritor pone voz y palabras a tus sentimientos.

Preciosos y luminosos esos cuadros, Juan.
¡ Gracias por abrirnos esa puerta !

Un beso.

Anónimo dijo...

Coincido y me quedo pensando en eso de que un pintor te enseña a mirar. Excelente entrada, Juan. Un abrazo desde la patagonia argentina

Marcos Callau dijo...

Gracias por trasladarnos a esa exposicvión. Espero que se pueda ver en Zaragoza, alguna vez. Un abrazo.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Hay que saber mirar. Asistí hace años a un cursillo (no sé qué tiene esa palabra que en el fondo me desagrada) sobre el aprendizaje de la mirada. Decían (con razón) que no sabíamos mirar un cuadro. Empezó con una corrección semántica, con un cachete en el diccionario que cada uno monta en su cabeza: ver y mirar. Yo les explico a mis alumnos algo parecido con oír y escuchar. Pues sirvió, Juan. Aprendí (es un decir: empecé a aprender, que es más certero) a mirar de otra manera. Quien lo organizó, no recuerdo el nombre, habló de Muñoz Molina, precisamente. Eran, al parecer, buenos amigos. Es una casualidad. Lo de Juan y sus cuentos chinos, me ha encantado. Supongo que no caerá por mi pueblito del sur, pero está bien esta ventana al mundo bonito que ahí afuera.

Un abrazo, amigo.

Juan Herrezuelo dijo...

Desde luego, será más fácil que puedas verla tú, EUGENIO, que vosotros, ABRIL, MARCOS, porque tal vez viaje por Andalucía. Y es algo más que improbable que llegue a ese otro lado, HORACIO. En algún sitio leí que la tan deseada aventura de la paternidad coincidió con otras circunstancias que afectaron a la vida profesional de Juan Vida, pues cerró la galería madrileña que programaba su obra en circuitos nacionales e internacionales.

Creo que el hecho de haber perdido cierta capacidad de mirar tiene que ver con nuestra condición urbana y con la pérdida del reposo natural que exige toda atención en las cosas aparentemente pequeñas. Mi abuelo, al que no conocí, un hombre del campo castellano, casi un ser de Delibes, sabía mirar y escuchar, reconocía los cambios que se producían de un día para otro en un árbol. Es una capacidad que se va perdiendo por falta de uso, como se perdieron las branquias. Hace años yo estuve tres cuartos de hora delante de Las Meninas, en El Prado, hechizado por cada palmo del cuadro y por su conjunto...

Un fuerte abrazo, amigos.

abril en paris dijo...

En El Prado y frente a Las Meninas puedes estar..¡ no tres cuartos de hora ¡ dos horas quizás ! si no fuera por los turistas..:-)
¡ Qué bonito lo de tu abuelo..! Yo vivo muy cerca de la casa de Delibes..

Otro abrazo.

El Doctor dijo...

Precioso texto,emocionante y muy agudo lo de Antonio Muñoz Molita:"enseñar a mirar".Ese lentitud que requiere observar una pintura,esa lentitud que hoy no tenemos para observar las cosas fugaces y no tan fugaces.
Un fuerte abrazo,amigo.